Antes de la jornada electoral del Estado de México para elegir gobernador, un grupo denominado “voto católico” publicó propaganda en la cual aparecía la retórica pregunta sobre por quién votaría la Virgen de Guadalupe.
Si ignoramos el hecho de que se trata de una niña judía de 12 años (edad usual a la que se desposaban, como ella lo estaba con san José al momento de su embarazo, que es el momento en el que se presenta la Virgen de Guadalupe) en la Judea de hace más de 2000 años, y nos centramos en su figura como símbolo predilecto del catolicismo mexicano, podemos analizar muchas cosas.
Pero vayamos por partes: el portal de este grupo denominado “voto católico”, lista 5 temas fundamentales: justicia económica, reconciliación con minorías y discriminados, protección al medio ambiente, combate a la corrupción y denunciar los abusos de la autoridad… hubieran sido cinco excelentes temáticas, profundamente católicas y necesarias. Pero no, las cinco que se listan son aborto y vida, matrimonio y familia, drogas, eutanasia y educación sexual.
Y no que el tema del aborto o el del matrimonio y familia no sean medulares en estos tiempos de descomposición social; pero si el aborto es un asesinato (como es la convicción del presente articulista), no podemos negar que es un asesinato cuya naturaleza resulta un tanto cuanto difícil de identificar. Bueno, estos católicos entonces, ¿de dónde sacan las miras tan cortas para ignorar lo que todos podemos acordar sí es asesinato, como las más de 40,000 muertes por la guerra contra el narcotráfico? ¿Esas vidas valen menos, como para no ser un tema moral fundamental?
Y seguimos: si el aborto es un asesinato, ¿de dónde sacan el criterio tan escaso para no entender que la injusticia económica, que la inadecuada distribución de la riqueza, que los gobernantes rapaces y los empresarios ambiciosos pueden ser tan responsables de un aborto como la madre que sufre las penurias económicas para mantener al niño?
Pero por supuesto, nada tan católico como denunciar el mal del débil; para apartar y señalar a la que aborta; al “puto” que se quiere casar (como si fuera él el culpable de la decadencia del matrimonio heterosexual). Son minorías que elevan sus voces y nos incomodan; no queda en nosotros hacer ningún análisis, sino más bien, señalarlos y cargarles todos los males. ¿Por qué es el narcotraficante ávido de dinero como para cometer delitos de sangre, el cáncer de este país, y no lo es (como debería serlo también) el empresario ávido de dinero como para violar tantas leyes como sus abogados bien pagados se lo permitan?
¿Por quién votaría la Virgen? Es una pregunta absurda, y una campaña que sólo podría ser apoyada (como aconteció) por el bien intencionado, de pocas luces, ingenuo e infantil de Jorge Serrano Limón. En tanto que la política se ha olvidado de los pobres, de los pequeños (los desplazados, los desprotegidos, los ignorantes), que fueron el sitio predilecto de la predicación de Jesús, no vemos por qué la Iglesia (que aparece configurada en la Virgen María) deba interesarle mucho manifestarse por una opción política. Es un uso grosero pues afirmar que la Virgen de Guadalupe valida la situación gubernamental; es un uso asqueroso y manipulador.
La nota: http://www.proceso.com.mx/?p=274330