El presidente Calderón, el 2 de junio de 2011, en el marco de la muy querida y nueva celebración del día del Policía Federal, señaló que la policía debía llegar a ser un nuevo sacerdocio. Antes que repetir lo que se ha dicho hasta la saciedad en los medios de comunicación, preferimos analizar el contexto. El presidente dijo:
“[...] Porque sólo unidos lograremos que la policía deje de ser y parecer una ocupación desprestigiada y convertirla en lo que debe ser, una profesión honorable, que goce del respeto de la gente, un verdadero sacerdocio cívico de quienes están, incluso, arriesgando su vida al servicio de los demás. Eso tiene que ser, en general, el servicio público, y más el servicio que desempeñan aquellos que tienen la responsabilidad de proteger la seguridad de las familias mexicanas.
En ese esfuerzo, yo quiero invitar a los jóvenes mexicanos, en especial, a los universitarios, pero a todos los jóvenes mexicanos a que vean en el servicio público y, en particular, en la Policía Federal, una opción de vida y una opción de desarrollo profesional atractiva. Pero mucho más que eso, algo más importante, que vean en esta opción el privilegio y la satisfacción de poder servir a México.”
Ya en la parte final, se dirige a los policías:
“Que entiendan la elevada misión que los mexicanos les encomendamos. Que cumplan con su deber y que en ese cumplimiento se transforme el rostro del país […] El rostro de un país orgulloso de sí mismo, y vencedor, vencedor como siempre, de sus adversidades.”
La palabra sacerdote, del latín sacerdos, otis, se refiere a aquél que es vínculo con lo santo; el puente entre lo profano y lo sagrado; uno no puede acercarse por sí mismo a lo “sacer”, que está apartado de nosotros, por lo cual necesitamos quién nos los brinde: el sacer-dos, el que da lo sagrado. Esta idea, y no la de honor, la de respeto, ni siquiera la de servicio a los demás (un antiguo sacerdote podía ser el vínculo entre la población aterrada y un dios vengativo) es la que está detrás de tal palabra, por lo cual, el uso que le da Calderón es incorrecto.
Pero se entiende la intención: la idea de una mística cívica, de un respeto reverencial y una anhelante admiración a los policías, por supuesto sería del todo deseable. Pero ese debe ser un resultado que la policía de a la población, y nunca en el otro sentido, es decir, que la población tenga que alcanzar para la policía; sí, porque si se espera de la población la construcción de esta mística, entonces serán válidos los reproches que se le hagan a cualquier individuo que, con sus críticas a la policía, quebrante dicho esfuerzo. Al contrario, la policía debe generarse ese halo de eficiencia y confiabilidad. Por lo tanto, o Calderón se equivoca al decir que la sociedad debe apoyar en esto.
Ahora; el llamado que hace Calderón a los jóvenes universitarios para que vean en la policía un futuro profesional atractivo es interesante; habrá que ver si a sus hijos les parece tan interesante. ¿O cuántos altos funcionarios del gobierno o de los partidos políticos, cuentan con hijos en el servicio policíaco o militar? Eso habrá que verse, pero por alguna razón, las élites reservan el honor de servir a México a las clases más bajas. Tan generosas…
“El rostro de un país orgulloso de sí mismo, y vencedor, vencedor como siempre, de sus adversidades.”
Sí, de hecho aquí hay una lista de azotes de México derrotados: El crimen, la corrupción, la pobreza; la apatía, la mala distribución de la riqueza, la falta de calidad educativa; el abandono del campo, la migración, el rezago de los indígenas; la obesidad infantil, el mundial de fútbol, Timbiriche…
Enlace:
[] El discurso:
http://www.presidencia.gob.mx/2011/06/el-presidente-calderon-en-la-conmemoracion-del-dia-del-policia-ascensos-y-reconocimientos-al-merito-de-policias-federales/