La perversión de viejos. Javier Marías Franco. Columna del año.
Tradicionalmente las personas poseían cierta conciencia de sus limitaciones, defectos o imperfecciones, y buscaban ponerles remedio si era posible, o si no disimularlos, nunca exhibirlos. La prédica actual es que no hay por qué esconderse ni sentir el menor pudor (esa noción anticuada y "represora"). La propaganda vigente es la de los brutos, que siempre han existido pero no eran predominantes: "¿Qué pasa? Soy así, y a mucha honra. Soy ignorante, soy zafio, soy una foca, soy un orangután, soy un pellejo colgante, y como tal me exhibo, orgulloso de mi ser".
Una ironía de la historia ha querido que el cine Teresa sea uno de los templos de la pornografía y que su nacimiento cuente la historia del cine más exclusivo, el sueño de la prosperidad de los años cuarenta, cuando México abandonaba el yugo rural para convertirse en un país urbano.
A esta ambición dedicó sus obras Ávila Camacho. No sé si en la rara evolución del Teresa hay una clave de nuestro destino: de la aspiración refinada de unos cuantos a la muchedumbre que busca en la oscuridad la satisfacción de un deseo o la vaga realización de una fantasía.
Lejos de censurarlo, interpreto este movimiento a la retaguardia (sea definitivo o nada más estratégico y por tanto aparente) como una buena señal. Al menos en la defensa de sus convicciones, AMLO es intransigente en un medio de cobardes acomodaticios. Y eso siempre debe reconocerse, en especial frente al oportunismo ramplón y baratero de los actuales dirigentes del partido, quienes han logrado enfilar el buque de la izquierda al atracadero de la derecha a ver si con las alianzas detienen la caída vertical en las preferencias electorales y se ganan un billete. Y no me salgan con su victoria en Guerrero, donde ganó una rama caciquil del PRI, o el efímero triunfo de Oaxaca, cuya paternidad en el invento fallido (Gabino) le corresponde a Andrés, no a ellos.
"Es que ha sufrido mucho por amor", se disculpa a menudo a quienes incurren en actos viles o imperdonables. Si no en un salvoconducto, el estado de enamoramiento se convierte con frecuencia en la mayor atenuante imaginable, aunque ese estado lleve a personas bondadosas a comportarse en ocasiones como malvadas; a personas generosas a ser ruines; a personas compasivas a ser despiadadas; a personas normales a actuar como criminales.
Es interesante cómo tres de los considerados como posibles “presidenciables” del panismo en los últimos años han construido sus carreras políticas a partir de su presencia en el IFE; uno de ellos Juan Molinar Horcasitas, defenestrado públicamente, pero aún ahora flamante funcionario de Acción Nacional, y quien por cierto nunca dio la cara por el asesinato de los 49 niños de la guardería ABC.
En todo caso, el uso faccioso del IFE debería ser considerado como lo que el filósofo Ciorán llamaría un “breviario de podredumbre”, lo que sin duda, pone en tensión la credibilidad del Instituto.
Se equivocan, señores: los gobiernos sí rescatan empresas, lo que no rescatan son empresarios chambones o que cometen ilícitos, y aquí parece que el asunto es al revés: para las empresas (y sus trabajadores) todo el castigo, para los empresarios responsables de esa situación, el conveniente silencio cómplice.
Dentro de seis meses será el destape de los precandidatos a la Presidencia de la República y de aquí a un año iremos a las urnas a depositar nuestro voto. La presencia inmediata y rotunda de otra opción televisiva cuando ha comenzado la turbulencia previa a la gran fecha de la política mexicana, habría abierto la posibilidad de equilibrar la fuerza de las campañas, dar voz a quienes sólo la logran, si la logran, en la mediad mínima a que la ley obliga en desventaja con otros políticos favorecidos descaradamente por dueños de medios.
En Palma 330 y Donceles se mantiene en pie un edificio. En la parte alta de las madrugadas de días inesperados se oyen los gritos y alegatos de un grupo de amigos excesivos, imperiosos, intemperantes. En uno de los pisos de ese edificio estuvo el despacho de Manuel Maples Arce, Germán Lizt Arzubide y Arqueles Vela, los escritores estridentistas. En ese espacio redactaban los manifiestos, revistas y periódicos murales con los que quisieron reventar al mundo de la academia y otros mundos contiguos. Nada reventó, salvo ellos. Se sentían los príncipes del amanecer, pero se perdieron en la longevidad llevando en la maleta sueños incumplidos: los tres vivieron más de ochenta y tantos años.
(Facundo Cabral) Molesto conmigo, como si yo hubiera sido culpable de sus distracciones se dio la media vuelta con su cuaderno negro bajo el brazo. Murmuró quién sabe cuántas carnes y ya ni se despidió. No volvimos a vernos jamás. Yo no sé si los artistas son así o son de ese modo por creerse artistas. O por serlo. Me da lo mismo. A fin de cuentas su trabajo nunca me gustó en lo musical ni mucho menos en su melcochosa oferta de una sensibilidad mezcla de Gandhi con la Madre Teresa. Ni modo, cada quien sus gustos.
La victoria del Zócalo. Jacobo Zabludovsky. Septiembre
Dos años después del ninguneo, la extenuación y la manipulación informativa, un plantón exige el derecho de los agraviados. La fuerza de la calle, la toma de la plaza pública mostró cómo bajo la sotana de la soberbia los poderosos ocultan sus pies de barro. Hacemos aquí abstracción de las demandas de los electricistas, no las juzgamos, no son sus condiciones el motivo de este Bucareli. Lo importante es el hecho de doblegar el sistema mediante un procedimiento primitivo, tan antiguo como el de nuestro antepasado de la cueva, el descubridor de la comunicación como defensa y no como instrumento de sojuzgar. La recuperación del Ágora.
En público nadie es racista, ni excluyente, nadie desprecia a los indios ni se burla de los “nacos”, ni mira por encima del hombro a los pobres. No se le dice “gata” a la sirvienta; se le llama cálidamente “la muchacha”. Todo mundo habla de la solidaridad pero las listas de morosos en los condominios tapizan las paredes. Nadie acepta la corrupción pero está dispuesto a cualquier dadiva para brincar cualquier trámite. Quien se sale de los márgenes siempre cambiantes de la moda y el acercamiento a lo políticamente llamado “correcto”, incurre en una nueva forma de la herejía. Por ejemplo, quien diga: Juan Pablo II condujo una iglesia digna del siglo XV y encubrió los pecados clericales del siglo XX, verá caer sobre su cabeza todos los dicterios y maldiciones del mundo católico.
Somos unos idiotas. Se ríen en nuestra cara y no reaccionamos. El último en hacerlo ha sido Alessio Rastani, un don nadie que logró ser entrevistado esta semana por la BBC y que aprovechó sus 15 minutos de gloria (en realidad fueron sólo tres minutos) para mostrar la felicidad que siente por la crisis mundial. Y es que Rastani cree que es feliz porque es un trader y los inversores de Bolsa como él (los especuladores, para entendernos) viven para ganar el dinero que otros apuestan en los mercados y que acabarán perdiendo, para suerte de los primeros. “No nos importa realmente si se va a arreglar la economía, nuestro trabajo es hacer dinero”.
Ideología estorbo. Manuel Bartlett Díaz. Diciembre.
Liberarse de la ideología es el problema del PRI, dominado por una cúpula “pragmática”, que obedece únicamente a sus intereses, anulando los valores definitorios, el nacionalismo y la justicia social, convirtiendo al PRI en corresponsable del desastre nacional. La ideología es lo que une a los miembros de un partido, que sin ideología es sólo una pandilla, dictadura oligárquica.