El 15 de agosto de 2011 el periodista Jacobo Zabludosky recibió en su programa de radio a Andrés Manuel López Obrador. Algunos puntos son bastante interesantes.
En primer lugar, López Obrador señala al momento histórico que vive México como una decadencia, precipitada por el fraude electoral en 2006; con acierto, no se identifica a él mismo como la solución (ni en 2006 ni ahora), sino refiere a las reformas necesarias para cesar con la política neoliberal, cambios que él abandera, pero no sólo él. Uno de los principales efectos de esta política, señala, es el cerrarle oportunidades a los jóvenes; oportunidades de empleo y de educación.
Preguntamos, ¿de verdad es descabellado pensar en condiciones de trabajo dignas y educación de calidad, como el eje central de una política contra la delincuencia? Pero es que con ese tipo de políticas se solucionaría el problema; en cambio, lo que se buscó desde el principio, y esto lo señala López Obrador, fue legitimar con el poder militar, la posición política de Calderón, “por no ganar la elección presidencial”. “Como católico, cristiano lo sabe, y es un problema que tiene en su conciencia”.
Por lo visto, López Obrador le otorga el beneficio de la duda de que tenga conciencia. Aún más, también opina que el error de Calderón fue “darle un garrotazo, a lo tonto, al avispero… y nos metió en esto”. A nuestro juicio, el que también reconozca que el error de Calderón, junto con su imperativo por legitimarse, es el actuar con ignorancia (una ignorancia culpable, por supuesto, pero muy lejana de una malicia o contubernio con los propios criminales) es un análisis sincero e imparcial.
En un punto subsecuente, al citar a la diversidad de personas que busca incluir en su movimiento, Obrador señala a los pequeños y medianos empresarios, “empresarios de verdad, no traficantes de influencias, que no van a estar con nosotros, nunca”.
¿Cuál será la diferencia entre ambos tipos de empresarios? Nosotros señalamos; unos gozan de “rescates”; de derecho de audiencia (y fotografía) con las altas autoridades; uno es filantrópico, mecenas e inspirador. El otro tipo de empresario…el otro tipo, pues ahí la lleva...
“Uso mucho el símil con la pasta de dientes; cuando se sale del tubo ya no se puede meter… hay que construir otro envase”. Refrescante y con propiedades anti caries es esta metáfora tan mala; pero da pie a que recalque la necesidad de un nuevo “pacto social”, con principios tales como “la honestidad, la fraternidad, el amor al prójimo, la legalidad… pero verdadera”. Abundamos: Pareja.
Más adelante retoma el punto de los jóvenes, y señala que si se les deja sin trabajo, sin educación, si no migran como otros… y se les dice que lo importante es lo material, triunfar a toda cosa, “sin escrúpulos”, tener “ropas de marca”, “el lujo barato, que se ha inducido como forma de vida […] son tentados los jóvenes y caen en el camino de las conductas antisociales”.
“Yo no creo en combatir la violencia con la violencia; el mal con el mal; se debe combatir con el desarrollo; con el bienestar”.
En el minuto veintidós de su plática, López Obrador señala que el presupuesto nacional es suficiente para darle a cada persona 10,000.00 pesos mensuales, “pero todo se queda arriba”. Bueno, es el tipo de comentarios que le hacen más daño que bien. Podríamos citar la cantidad de dulces que se podría comprar a cada niño obeso en el país, con tanto dinero; mascota gratis a todos; vacaciones pagadas a cada familia; un altar dorado a la Virgencita de Guadalupe en cada pueblo y ranchería.
Igual de irrelevantes todas. Claro, y ese es su punto, es tan absurdo como la decisión del gobierno de usar ese dinero para rescatar banqueros; darle dinero público a todos los mexicanos le llaman “populismo”, pero el actual gobierno no tienen empacho en sostener con dinero público a banqueros y expresidentes.
La entrevista sigue y es aprovechable toda.
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