El columnista Saúl Arellano, del cual reseñamos su excelente columna la semana pasada sobre el mal moral en el fondo de nuestra crisis mexicana, este domingo nos entrega una bien intencionada, aunque ciega, denostación de la cátedra petrina De forma agolpada, no distingue contextos históricos, y enfrenta de forma falsa a la cúpula jerárquica (el papa) con el presbiterio.
“[…] Tal poder de los Papas está marcado además por una reiterada crítica a la vocación codiciosa de los papados, la cual se manifiesta en la grosera acumulación económica, así como en el desarrollo de esquemas de vida basados en la opulencia, la ostentación, y el lujo, todo ello contrario, si Francisco de Asís tenía razón, a la idea cristiana de una vida en humildad.
Fue justamente esa la exigencia de Francisco, y posteriormente de Clara y las clarisas, frente a una Iglesia corrompida por el poder y la ambición de riqueza en este mundo material; en efecto, los siglos XII y XIII fueron los escenarios para uno de los primeros grandes “cismas” de la cristiandad, en el cual se evidenció inmoralidad de los jerarcas de la Iglesia católica, encarnada en sus vínculos con el poder político y económico […].”
Fue justamente esa la exigencia de Francisco, y posteriormente de Clara y las clarisas, frente a una Iglesia corrompida por el poder y la ambición de riqueza en este mundo material; en efecto, los siglos XII y XIII fueron los escenarios para uno de los primeros grandes “cismas” de la cristiandad, en el cual se evidenció inmoralidad de los jerarcas de la Iglesia católica, encarnada en sus vínculos con el poder político y económico […].”
Con simpleza, tasa de forma pareja a una institución de casi 2000 años como el papado; no se puede hablar de acumulación económica general, sobre todo no en los primeros pontificados (Pedro, Lino, Cleto, Clemente Romano), o ya varios siglos adelante, en los papas Gregorio Magno (citado por el mismo autor) o Gregorio VII, que con deliberado fin asestaron un golpe brutal a las finanzas papales al prohibir la venta de los oficios eclesiales, en aras de la elevación moral del clero. Los ejemplos son abundantes, como para no generalizar.
Por otro lado, señala a san Francisco y a santa Clara como enfrentados a una jerarquía eclesial; ninguno de ellos, en realidad, entendió su misión fuera del marco eclesial, ni mucho menos en oposición al papa. Su carisma que insiste sobre la pobreza no se entiende sin el magisterio y la jerarquía que desciende del cristianismo primitivo, y que avala de forma precisa ese tipo de vida como una vida en verdad cristiana. No la única forma de vida cristiana. Ni en ese tiempo, ni mucho menos ahora, donde desde el Concilio Vaticano II podemos en verdad hablar de vidas “cristianas” en otras religiones, con total desconocimiento quizá de Jesús.
En lo que atañe a los cismas occidentales que se comenzaron a fraguar en el siglo XII, lo dicho por el columnista es cierto; también hubiera sido prudente, empero, señalar que de tres papas que incluso existieron al mismo tiempo, productos de este cisma, para el siglo XV el cisma terminó y se reunificó la cristiandad occidental bajo Nicolás V.
El proceso de descomposición católico llegó pronto a la crisis “cismática” del protestantismo encarnado por Calvino y Lutero, un par de pensadores igualmente autoritarios y hasta racistas […]
Frente la reforma luterana, los sectores más reaccionarios organizaron la “contra-reforma”, encabezada por el texto de los Ejercicios Espirituales, inspirados por la sevicia de Ignacio de Loyola, un torturador del alma como pocos ha habido en la historia […]”
Frente la reforma luterana, los sectores más reaccionarios organizaron la “contra-reforma”, encabezada por el texto de los Ejercicios Espirituales, inspirados por la sevicia de Ignacio de Loyola, un torturador del alma como pocos ha habido en la historia […]”
Llamar a Lutero o a Calvino autoritarios o racistas, en estos tiempos, es algo que ni el magisterio eclesial católico ya se aventura a hacer, en un ecumenismo donde incluso se validan algunos de sus puntos, en documentos conjuntos con iglesias luteranas; fueron hombres de su época, con los prejuicios propios del tiempo, pero sigamos. Llama a san Ignacio de Loyola “un torturador del alma como pocos ha habido en la historia”. Aquí hay demasiada ignorancia. En primer lugar, hace falta conocer su vida; atormentado por sus escrúpulos enfermizos, tras su convalecencia, Ignacio pensó incluso en el suicidio. Sin embargo, poco a poco desarrolló todo un método para liberarse de cargas imaginarias; de ideas absurdas de acoso o de culpa; de cualquier atadura o complejo, para hacerse uno libre, y decidir con libertad. A ese método le llamó “Ejercicios Espirituales”. Ni son gravosos, ni torturan nada. Sabrá Dios cómo Saúl los hizo que le torturaron, o si acaso intuyó mágicamente que duelen, sin hacerlos.
Después narra la barbarie española y portuguesa en América (omite, por supuesto, cómo se enfrentaron los jesuitas, fundados por ese “reaccionario” Ignacio, a España y a Portugal, para ponerse de lado de los guaraníes; omite la defensa de los dominicos de los indígenas, sobre todo en Oaxaca, y un largo etcétera). Concluye con el recuento del apoyo del papado a Videla o a Pinochet en América Latina (y calla el enfrentamiento episcopal a los escuadrones de la muerte derechistas en el Salvador, por ejemplo).
Hay claroscuros en la historia papal. Hace falta, eso sí, una relectura muy humilde de los tiempos actuales, sobre todo para el conservadurismo católico. Hace falta también hacer justicia a la historia. Hace falta siempre hablar con la verdad, se enfrente uno a un papado que calló de forma criminal ante los crímenes norteamericanos en Centroamérica (Juan Pablo II), o se enfrente uno a la intolerancia de aquellos que miran de menos a la vida religiosa.
En la imagen: Casa de torturas ignacianas en Tapalpa, Jalisco. Todo aquel que entra, ehem… pues sale al poco tiempo, a no ser que se pierda en el cerro, como al presente articulista le sucedió, en cuyo caso bueno, también sale.
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Comparto el texto en mi muro, siempre es bueno el contrapunto razonado, argumentado. Saludos.