De forma reciente se ha mencionado que el Instituto Nacional de Migración pretende rotar a sus servidores, para evitar la corrupción.
El método es tan burdo; se asemeja a la chocante práctica de cambiar de diócesis a los presbíteros abusadores. No es querer neutralizarlos: es enviarlos a donde nadie haya oído aún de sus tropelías.
Ni rotar ni estacionar a los funcionarios realmente incide en la corrupción; una vez más, es una cuestión educativa. No de cursillos de ética profesional: es una cuestión de educación básica. Llevaría años, generaciones, mitigar el problema, lo cual por supuesto no es políticamente atractivo para el hambriento de imagen publicitaria.
El ansia de dinero y la falta de empatía por los demás seres humanos, tienen en común que no guardan relación con latitudes, longitudes y alturas.
¿Y qué hacer en este momento? ¿A corto plazo? Porque no basta decir “pues en unas dos generaciones el problema se resolverá; de momento, hay que tolerarlo”.
Antes de responder, considérese esto: la Procuraduría General de Justicia del DF lleva años con un sistema de rotación de su personal; ni el crimen ni la corrupción ha cedido. Por otro lado, la Procuraduría General de la República no ha rotado, al menos en la subdelegación centro en el DF, a su personal durante años: es por igual turbia y corrupta. Todavía antes de contestar a la pregunta planteada, sirva la siguiente anécdota para comprobarlo.
En dicha subdelegación centro, labora el agente del Ministerio Público Federal Sergio Rebolloso Cázares; se le abrió una investigación por diversas irregularidades en averiguaciones previas (enero de 2004); después, en el asunto de los policías linchados en Tláhuac (en noviembre de 2004), dicho agente integró datos falsos a la respectiva averiguación previa.
En diciembre de 2010 este articulista defendió a dos indiciados en una averiguación previa llevada por dicho agente; se les acusaba de contrabando. Tras presentar los documentos que amparaban la legal estancia de los productos, el distinguido agente reconoció su inocencia, pero indicó que si no le daban tres mil pesos, se quedarían de todas formas las 48 horas que tenía dicho agente para integrar la averiguación en un caso con detenidos.
Y cabe señalar que la anterior situación se desarrolló después de esperarlo 4 horas, dado que a pesar de estar de turno (guardia) en tal subdelegación, había salido (con sus secretarios) a cenar…
Entonces, ¿Qué hacemos para paliar de momento la situación? Bueno, los instrumentos legales ya se tienen; a dicho agente ya antes lo habían investigado, por ejemplo.
Creemos que falta un medio para que la ciudadanía esté de forma constante informada de cómo se desarrolla la investigación a funcionarios corruptos (y dejar de motivar el olvido de tales asuntos), y que pueda la ciudadanía exigir una responsabilidad a los encargados de investigar a funcionarios corruptos. La dogmática penal no confía mucho en una sociedad participativa dentro del proceso penal; es entendible, y debe estructurarse con precisión, pero el mantenerla ajena ha generado poderosas cofradías de policías, personal de agencias del ministerio público y jueces penales, y en lo que atañe a la persecución de servidores públicos delincuentes, son colegas que investigan colegas, con el voto de sostenerse en la miasma.
Rotación de personal: http://www.eluniversal.com.mx/notas/765619.html
Irregularidades del agente Rebolloso: http://www2.eluniversal.com.mx/pls/impreso/noticia.html?id_nota=107253&tabla=nacion