Continuamos con las opiniones generadas por Sicilia y la Ley de Seguridad Nacional; Carlos Marín, en el asalto que hace a la pobre razón un día sí y el otro también (jamás una columna ha sido intitulada de forma tan precisa), dice que las declaraciones de Sicilia son un “tropezón”, que deben invitarlo a revisar su equipo legal, porque no tienen nociones elementales de derecho (esas que Marín si tiene, como aquella vez que confundió nacionalidad y ciudadanía, en el aquelarre sobre el cinematográfico García Luna y su aceptación de la medalla Colombiana). Veamos como esto está incluso por debajo del ya rastrero repertorio argumentativo de Marín.
“Quienes alentaron el traspié del escritor ignoran, por lo visto, que se trata de un proceso parlamentario, y de ninguna manera una resolución.
Lejos de que conduzca de manera fatal a un Estado “militar” (por fortuna ni siquiera “policiaco”), la aprobación en lo general garantiza que el proyecto se discuta en forma y fondo, palabra por palabra, y no sólo entre diputados de todos los partidos, sino ¡con el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad que encabeza Sicilia!”
Exacto. Si algo aprendimos en secundaria, es que un proceso es independiente y neutral, y para nada conduce a un resultado. Si se quiere evitar un determinado resultado, no hay que impedir el proceso; al contrario; si algo no tiene que ver con el resultado, es el proceso para llegar a ese resultado.
Así pues, en Teoría de la Ley Penal y el Delito de Marín, Carlos, Editorial Porrúa, podemos estudiar que el PROCESO de matar a alguien no tiene nada que ver con matar a alguien; exagerado ciudadano, aquel que solicitase ayuda policíaca cuando está en PROCESO de ser asesinado. “Oiga “asté”, si está en un proceso, todavía no hay resultado punible, que es cuando hay punibilidad (como diría el ex ministro Luis Fernández Doblado)”.
Por fortuna, no todos reprobamos la secundaria (o la pasamos sin merecerlo), ni tampoco desconocemos que existen las tentativas en la ley penal, y para lo demás, existe el sentido común, la causalidad, y otras tantas nociones. Sicilia se opone, una vez más, a que la política del Estado se centre en la violencia. Y si no se opone desde el proceso, desde el inicio, cuando se consume la reforma, empezarían a vociferar los siempre prestos columnistas “uy, ¿y por qué hasta ahorita?”.
La columna: http://www.milenio.com/cdb/doc/impreso/9003286