A los jefes de La Familia les gustan las asambleas. Aunque tienen presencia en todo el estado, les place hacerlas en los municipios donde, según el gobierno federal y la voz popular, viven los meros principales. Los jefes, naturalmente, están siempre en movimiento en pequeñas comunidades de los municipios de Tumbiscatío, Apatzingán y Arteaga. Y ahí hacen sus asambleas con las fuerzas vivas de la región.
Hará cosa de 10 meses tocó el turno de los aguacateros.
Ellos tienen el padrón de productores, y con él en mano mandaron llamar a todos los aguacateros, de cinco a dos mil hectáreas. Casi todos fueron, dice un habitante de Uruapan, la capital mundial de este fruto.
A esas reuniones, los agricultores ricos suelen mandar a sus empleados, cosa que está permitida. A cierta hora del día, se les cita para la tarde. Unos 10 kilómetros antes del lugar de la cita hay retenes donde se verifica la identidad de los asistentes
El motivo de la junta era, pues, “pedir una cooperación a ustedes, cada quien sabe cuánto puede, pero si no pueden no hay problema…”
Ahí mismo los productores o sus representantes comenzaron a ponerle números, 500 mil pesos, uno o 2 millones.
Poco antes, los jefes habían aclarado:
Para todos ustedes que están aquí, la cooperación es voluntaria. Los que no vinieron van a pagar cuota.
Luego, la fiesta. Porque los jefes habían matado vacas y preparado botellas de güisqui para la ocasión.
Yo me eché los tragos nomás del miedo, dijo uno de los asistentes.
El profesor Servando Gómez, egresado, según dicen, de la escuela normal rural de Arteaga, se paseaba entre los asistentes para agradecer la espontánea colaboración.
Él es, al parecer, el encargado de las relaciones públicas.
Para convocar a los alcaldes, los jefes no necesitaron más que unas llamadas. Una docena de alcaldes, recién electos y acompañados de sus colaboradores, acudieron a finales de 2007 a una junta convocada por La Familia. La cita fue en Nueva Italia.
Los convocados fueron los presidentes municipales de la región de Tierra Caliente, donde el PRI acababa de barrer electoralmente al PRD. Como en el caso de los aguacateros, estaban ahí los tres jefes. Los trabajos no comenzaron de inmediato porque hacía falta un presidente municipal.
No va a venir, dijo alguien.
Ahorita viene, respondieron los jefes. Y al rato llegó el ausente.
Enterados de la reunión –
porque ni siquiera fue clandestina– el entonces gobernador Lázaro Cárdenas y su sucesor ya electo Leonel Godoy fueron a Los Pinos. Aquí se cuenta que le contaron los detalles al Presidente de la República. Y que Felipe Calderón entrecruzó los dedos, se puso las manos bajo la barbilla y dijo a sus paisanos:
¿Y qué hacemos?.
[] Noticia: La Familia. cártel al que le gustan las asambleas.
Todo es cierto, solo que els gusta hacerse de la vista gorda a los Michoacanos.............