Lejos de las bellas playas y de los hoteles de lujo de Cancún, donde cada año llegan vacacionistas principalmente de Canadá y Estados Unidos en estas fechas, en otros sitios cercanos a la zona hotelera, se vive una situación muy distinta.
Empleos mal pagados, o ni siquiera pagados, como el caso de Jose Luis Bolaños, albañil del lugar. Él narra como espera en la plaza del pueblo a que pase un contratista que solicite sus servicios. Un hombre sale de una camioneta blanca, y 15 o 20 personas se acercan a ella. Pero Bolaños sabe que el contratista no es de confianza: anteriormente trabajó para él por una semana y el último día el patrón no se apareció en el lugar de labores y en consecuencia no le pagó por su trabajo.
Otros trabajadores como Rubí Argaez, también la tienen díficil: Trabajando en la industria de la construcción, y también a veces como mucama, Argaez dice que gana apenas lo suficiente para mantenerse a ella y a la educación de sus dos hijas.
Quintana Roo tiene una de las tasas de suicidios más altas del país. De los 126 suicidios ocurridos, 77 ocurrieron en Cancún: “Trabajos en los que la gente no tiene seguridad, movilidad, y tienen bajos salarios, generalmente confirman una tasa de desesperanza que puede preceder al suicidio”. Dice Celina Izquierdo, profesora del Observatario de Violencia y Género de la Universidad de Cancún.
No queremos decir que por estas razones no deba existir el derecho a divertirse o en muchos otros casos, vacacionar con la familia o amistades. Lo que sí es necesario es generar conciencia sobre las circunstancias en las que viven muchos otros, que tienen una vida mucho más dura. Es el primer paso para generar un cambio en nuestra sociedad marcada por la desigualdad.
Enlace:
[] Noticia: Detrás de la cortina turística de Cancún y la Riviera Maya.
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