El ex ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Juventino Castro y Castro, ha declarado de forma contundente, entre otras cosas, que "La inmoralidad, la corrupción y fenómenos como el narcotráfico promovidos desde las autoridades son alentados por la dejadez de los mexicanos". El ministro no llama a una rebeldía violenta y ciega, sino pensada y pacífica; al respecto, viene muy al caso recordar a un pensador mexicano que sustentó lo mismo, a saber, la rebeldía del conocimiento, de la honradez, la ecuanimidad, la integridad y la cultura, en contra del despotismo, la estrechez de miras, la ignorancia y la petulancia gubernamental.
El Grupo Hiperión, formado en la década de 1950 en torno a José Gaos, filósofo del exilio español en México, dio a nuestro país una pléyade de pensadores, entre los que destacan Luis Villoro, Leopoldo Zea, y Samuel Ramos. Éste último fue autor del libro "El Perfil del Hombre y la Cultura en México", cuya primera edición vio la luz en 1951. Samuel Ramos fue Director de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, y actualmente la biblioteca de dicha facultad lleva su nombre.
En dicho libro, el maestro Ramos, dentro de la tendencia común del Grupo Hiperión para desentrañar lo "mexicano", hace un estudio sobre el sentimiento de inferioridad del mexicano. Tal estudio podemos sintetizarlo como la ubicación del sentimiento de inferioridad en la conquista y la colonia, y que se manifestó sin tapujos tras la independencia, al querer dar un salto a la modernidad, en un conflicto entre lo que se tiene (territorio inmenso) y lo que se puede (prácticamente nada), lo que intentó solucionarse con la copia de las instituciones europeas, lo cual originó ficciones colectivas que, tomadas como un hecho, han resuelto el conflicto psicológico de un modo artificial.
En otras palabras, los modelos extranjeros son referidos, citados e inmersos en los discursos diarios y muy particularmente en nuestro derecho, y se espera que tal operación resuelva todos nuestros conflictos. Si bien ell maestro Ramos no salía en el programa "Tercer Grado", de Televisa, ni tampoco era integrante del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, su apreciación es por demás aguda: "Cuando es promulgada una Constitución, la realidad política tiene que ser apreciada a través de aquélla, pero como no coincide con sus preceptos, aparece siempre como inconstitucional. El lector debe hacerse cargo bien de lo que queremos decir. Si la vida se desenvuelve en dos sentidos distintos, por un lado la ley y por otro la realidad, esta última será siempre ilegal; y cuando en medio de esta situación abunda el espíritu de rebeldía ciega, dispuesta a estallar con el menor pretexto, nos explicamos la serie interminable de "revoluciones" que hacen de nuestra historia en el siglo XIX, un círculo vicioso".
Las preguntas entonces son las siguientes: ¿Vivimos lo que nuestras leyes preceptan? No. Entonces, ¿quién es el culpable de la aversión al gobierno falso, ficticio y embaucador?
La rebeldía ciega (cuya propuesta se reduce a quitar al ocupante del poder) obtiene su justificación suficiente de los fantasiosos kilos y kilos y kilos de leyes que se expiden. Si la rebeldía ciega es un mal, su campo fértil es la pobreza de los gobernantes y legisladores mexicanos.
El maestro Ramos no era un rebelde ciego. Era un pensador. Como tal, no se propuso dar recetas mediáticas para cada problema nacional, ni mucho menos generar algún Plan Nacional de Desarrollo o alguna programática institucional, sino hacer pensar a los demás. El libro simplemente ubicó los momentos históricos y psicológicos de nuestros fracasos, para concluir que no son obstáculo para su solución.
Bajo tal premisa, el maestro lo único (y es bastante) que indica es que hay que pensar. Hay que pensar acerca de cada uno de nosotros, y hay que pensar en los problemas de todos.
"Para que cualquier reforma de la vida mexicana se construya sobre bases sólidas, es de necesidad fundarla en una profunda reforma del carácter de nuestros hombres [...] Creo en la salvación de México, porque nuestra raza no carece ni de inteligencia, ni de vitalidad; lo único que le falta es aprender [...]".
Enlace:
[] Noticia: Debe el pueblo indignarse y quitarle el poder a los corruptos, advierte Juventino Castro
Imagen: Samuel Ramos