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sábado, 16 de enero de 2010

Me compré un matrimonio.

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La revista Proceso ha publicado un reportaje especial concerniente a los matrimonios eclesiásticos realizados por la élite de la política y la farándula mexicana, y cómo estos han sido rebajados a un mero espectáculo publicitario, usualmente con la complicidad de simoníacos sacerdotes católicos. El presbítero José de Jesús Aguilar ha expresado la invalidez de dichos matrimonios, cuando éstos se celebran fuera de la parroquia, decisión que tomó la Conferencia Episcopal Mexicana por causa del elitismo y exclusividad que se generan cuando los matrimonios eclesiásticos se realizan en otros lugares. La decisión no es exclusiva del clero mexicano, pues ya el cánon 1115 del Código de Derecho Canónico, si bien norma imperfecta (es decir, sin sanción), obliga a celebrar el matrimonio "en la parroquia donde uno de los contrayentes tiene su domicilio o cuasidomicilio o ha residido durante un mes [...]".

La prohibición del matrimonio en haciendas, hoteles y playas exclusivas es congruente con la doctrina sacramental católica: el sacramento, según el catolicismo, es un signo eficiente (que genera aquello que representa) que ha de manifestarse a todos; el bautismo da la noticia de la salvación del niño a toda la comunidad, por ejemplo. De igual manera, el matrimonio eclesiástico da la noticia de la unión indisoluble entre hombre y mujer, hecha por Dios, a toda la comunidad. Quitar el elemento comunitario atenta contra la revelación católica, pues dicha revelación -Cristo- se hizo presente a la humanidad entera, al encarnar en su historia. Los sacramentos instituidos por Él, deberán ser realizados con esa misma publicidad, ajenos a todo elitismo, preferencias, y más modernamente, ajenos a todo cobro forzoso, afanes de mercadotecnia, fines políticos o cualesquiera otros motivos espurios.

Consideramos que la reivindicación y defensa del significado y profundidad del matrimonio eclesiástico, es la lucha que la jerarquía católica debe emprender. Los fieles apreciarán su significado en la manera que los pastores se lo hagan entender. Éste camino, y no el de la condena del matrimonio civil entre parejas del mismo sexo -recientemente aprobado en el Distrito Federal y publicado en la Gaceta Oficial del Distrito Federal de 29 de diciembre de 2009-, es el que fortalecerá la familia católica que tanto dicen querer proteger los jerarcas católicos.

El mismo cánon 1115, segundo párrafo, niega toda validez al matrimonio no sacramental entre bautizados, lo que en resumidas cuentas significa que para la Iglesia, no existe otro matrimonio que el eclesiástico. ¿Qué más da entonces que la legislación civil regule ahora el matrimonio homosexual? Nadie pretende imponer el matrimonio eclesiástico homosexual; los legisladores se han limitado a regular una situación de hecho que ellos no han creado. Al margen de cualquier crítica de índole jurídica o sociológica, el legislador no ha debilitado, en lo más mínimo, a la familia católica ni al matrimonio católico. Es la jerarquía católica y los propios fieles los que han rebajado y banalizado al sacramento matrimonial, y éste reportaje nos da una precisa imagen de ello.


Enlace:

[] Noticia: Bodas de ensueño...que no valen.

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