Expertos revelan a La Jornada, que el Gobierno Federal ha claudicado su responsabilidad de impulsar y brindar un apoyo a la educación superior pública.
Ciudad de México. 6 de agosto 2012. El Movimiento de Aspirantes Excluidos de Educación Superior (MAES) ha puesto en tela de juicio la falta de oportunidades educativas para un amplio sector del país.
Según publica hoy La Jornada, uno de los grandes responsables de este atraso y situación desfavorable para muchos jóvenes es el Estado mexicano.
En las tres décadas recientes, éste “ha claudicado en su responsabilidad de impulsar y apoyar la educación superior pública”, situación que ha provocado que cada año sean miles los estudiantes rechazados de instituciones públicas, así como la proliferación de escuelas privadas que hoy concentran a la tercera parte de la matrícula total en ese nivel, coinciden en señalar expertos que vertieron su opinión al rotativo.
Según reportan, hoy día, en México son más de 10 millones los mexicanos en edad de contar con formación universitaria (19 a 23 años), de éstos, 3 millones 274 mil 639 están inscritos en licenciatura y 276 mil 281 en posgrado, alcanzando una cobertura de 32.8 por ciento para ese nivel, de acuerdo con datos oficiales.
Del total de jóvenes que cursan la educación superior, un millón 180 mil 694 lo hacen en colegios particulares.
En el sexenio de Felipe Calderón se han manejado cifras reportando el enorme nivel de cobertura educativa, sin embargo, el grupo de expertos entrevistados para el periódico, manifestaron que el problema viene dado por la calidad de dicha formación. Enfocada sólo a formar estudiantes que ocupen plazas de la industria privada, completando así el ciclo de mercado.
“Hace más de tres décadas que el Estado mexicano renunció a su responsabilidad social con la educación superior y puso a la juventud bajo el poder de la mano invisible del mercado. Con la finalidad de atraer a miles de estudiantes a establecimientos privados con fines de lucro, los grupos en el poder han operado estrategias tendientes a desacreditar a las casas de estudio públicas, o a limitar el acceso a ellas”, aseguró al diario Herlinda Suárez Zozaya, académica del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la UNAM.
Cada año, las tres principales casas de estudio: las universidades Nacional Autónoma de México (UNAM), Autónoma Metropolitana (UAM) y el Instituto Politécnico Nacional (IPN) dejan fuera de sus aulas a miles de aspirantes, aún cuando han hecho esfuerzos particulares por incrementar sus matrículas. Este año se presentaron casi 300 mil solicitudes de ingreso, de las cuales 250 mil no fueron aceptadas.
México presenta bajos porcentajes en términos de egreso. Cada año un promedio de 420 mil mexicanos terminan su formación universitaria, mientras en Brasil la cifra es de 917 mil, según el Compendio mundial 2010 de la Unesco. Sólo 18.1 por ciento de los mexicanos en edad de concluir estos estudios (23 años) lo hace, en Brasil el porcentaje es de 27.7; en España, 33.1, y en Portugal, de 45.3.
Manuel Gil Antón, investigador del Centro de Estudios Sociológicos de El Colegio de México, sostiene que en los sexenios recientes se ha privilegiado la formación superior particular sobre la pública, porque “el Estado ha dejado de otorgar recursos adecuados a estas instituciones públicas, que tienen que ser solventados por los ingresos de las familias al enviar a sus hijos a colegios de paga”.
Esta política, subraya, perjudica a las personas de los estratos económicos más bajos, que son rechazados de las instituciones públicas de calidad y no pueden cubrir colegiaturas en escuelas privadas de elite, por lo que deben conformarse con colegios de bajo nivel.
De acuerdo con la SEP, en lo que va de este sexenio se han creado 750 mil nuevos espacios en educación superior. Al respecto, Gil Antón enfatiza que esta cifra tiene dos explicaciones: más de 50 mil lugares corresponden a esfuerzos recientes de la UNAM, el IPN y la UAM para ampliar su matrícula.
La otra es que la actual administración federal impulsó institutos tecnológicos y politécnicos que “no cumplen con la expectativa de los jóvenes y se limitan a dar una formación para el mercado laboral".
Además, muchos de estos colegios tuvieron alumnos antes de tener instalaciones o maestros, lo que no abona a la calidad. “Se hizo crecer la matrícula a como diera lugar. La lógica de la educación superior (en estos años) siguió la misma línea que la básica: dar la mayor cantidad distribuyendo diferenciadamente la calidad”, afirma.
Para el siguiente sexenio, el cual virtualmente correrá a cargo de Enrique Peña Nieto, se espera la utilización de un sistema educativo muy similar, donde se busque el privilegio de las empresas, mediante un impulso a las instituciones privadas.
Sin embargo, en un país con más 50 millones de pobres parece necesaria la apertura de más centros de estudio al alcance de este gran sector poblacional, que si no son educados, normalmente acceden a otras formas de emplearse, como el narcotráfico o el sector informal.
Con información de La Jornada