Rafael Cardona en su sección el "Cristalazo" durante el programa de José Cárdenas, afirmó que en estos tiempos, los reporteros, comentaristas, locutores, periodistas y demás comunicadores, actúan como corresponsales de guerra. En esta guerra la victoria consiste en ser presidente del país, lo cual significa contar con un poder casi absoluto sobre la política mexicana. El sistema presidencial, que por cierto, no ha sido cuestionado por ninguno de los candidatos, así lo permite.
Michel Foucalt decía que la política es la continuación de la guerra por otros medios. La frase resulta completamente adecuada para entender lo que está en juego en estos momentos. Visto de esa forma, cualquier información que es transmitida por los medios de comunicación no puede separarse del contexto de guerra en el que nos encontramos.
Televisa es un elemento de esta guerra, pero también lo son otros medios como La Jornada, Proceso y demás. Sí, es posible que los últimos representen históricamente la objetividad y la libertad de expresión, y no pueden compararse con el trabajo que ha realizado Televisa, pero repetimos: ninguna información puede desvincularse de lo que está en juego en estas elecciones: el cargo con mayor poder dentro de este territorio.
En ese sentido, actos como el ocurrido el día de hoy, en el que se dieron a conocer los domicilios de tres periodistas de Televisa, son actos de guerra. Son, evidentemente, medios para intimidar. Tal y como lo ha hecho el PRI en las manifestaciones del yosoy132, en los estados. O como lo ha hecho Televisa al atacar a un candidato con base en calumnias y mentiras. Son medios para intentar callar voces enemigas.
¿Es justificable proporcionar los domicilios de los periodistas? Por supuesto que no. Los movimientos sociales actuales han insistido en el carácter pacífico de su actuar. Lo difundido representa un acto de violencia en contra de los periodistas, que además no aporta nada. Es decir, conocer el domicilio de los periodistas involucrados no nos da ningún elemento para desconfiar lo que dicen en los medios o para comprobar su relación con el poder. Lo único que se puede hacer con esa información es precisamente, intimidar personalmente a los periodistas. El periodismo actualmente vive una situación crítica por las constantes amenazas, y muertes de periodistas(sin entrar a juzgar sobre su calidad profesional).
Por ello ha sido una total irresponsabilidad difundir esa información,(aun así fuera falsa) ya que podría tornarse en contra de los intereses de los movimientos sociales en el momento en el que los medios de comunicación masivos decidan así hacerlo. Aun suponiendo que dentro del contexto de guerra fuera justificable hacer esto(cosa que no compartimos) la acción no aporta nada. Es vacía y poco creativa.
La pregunta es: ¿debemos nosotros, ciudadanos, sin aspiraciones a ese poder político, entrar a una guerra de la que de ninguna forma saldremos ganadores? Sí hay una diferencia entre informar y formar parte de la guerra. El resto de la información difundida podría llegar a tener un valor periodístico, al ser comparada con otras fuentes, información como la referente a las asociaciones civiles que posiblemente forman parte de la estructura de campaña de Peña Nieto, así como su estrategia para el acarreo de votos en los municipios, pero los domicilios de los periodistas de ninguna forma tiene valor.
Como lo dijo el periodista Juan Carlos Romero en su Twitter, ¿qué no estábamos del lado de los buenos?