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domingo, 20 de marzo de 2011

CONCILIADORAS LESBIANAS DAN CÁTEDRA DE TOLERANCIA

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El pasado 12 de marzo, en la capilla de la Universidad Complutense, mientras se celebraba misa, un grupo de 50 personas (en su mayoría mujeres) irrumpieron para denunciar “el sistema patriarcal y el poder de la Iglesia”. Los manifestantes hicieron un bello y poético llamado a la tolerancia (“menos rosarios y más bolas chinas”), una serena exhortación al respeto (“contra el Vaticano, poder clitoriano”), y una gallarda apología en contra de los clichés sobre los homosexuales como extravagantes y exhibicionistas, al descubrirse el torso, besarse en frente del altar y grabarlo. "No queríamos molestar, solo mostrar nuestra opinión", explicó una de las participantes. "Yo también me puedo sentir ofendida cuando la Iglesia dice que soy una enferma por ser lesbiana". 
 
Y no que esta partícipe de la citada mojiganga no maneje una lógica impecable, pero a menos que el párroco haya irrumpido en  su domicilio, después acudido al mullido tálamo, y mientras se encontraba en su concelebración extática del amor lésbico, la haya anatemizado y calificado de enferma, no es lo mismo. Hay que ser un bruto (un verdadero zafio redomado, en palabras de un querido diletante de la tauromaquia) para pensar que se trata de lo mismo.

La jerarquía eclesial hace tiempo que no persigue de forma material a laico alguno por su preferencia sexual; se limita a exponer  su doctrina sobre la homosexualidad, misma que ha repetido durante dos mil años, con la variación del reciente llamado a integrarlos plenamente a la comunidad de fieles.

Lo extremoso, anticuado, intolerante, ridículo, o todo lo contrario, de dicha posición, pertenece al debate público y puede ser objeto de cualquier réplica. Pero el espacio íntimo, el espacio de más alto valor (sea el colchón o el púlpito) para las personas, debe permanecer incólume y ajeno a la invasión grotesca del otro, de aquel que busque burlarse de aquello que la gente ama más. 

La discusión en España ha más bien derivado en lo idóneo o no de que las universidades públicas cuenten con capillas; apuntamos, como algunos sectores españoles han manifestado, que existe una tradición de la iglesia católica en la universidad no sólo española, sino europea, pues fue fundadora y constructora de dichos centros de enseñanza; que el derecho a la expresión religiosa no es menos importante que cualquier otro; pero también que no hay religión que deba tener un espacio que otra no pueda gozar, por lo que si una universidad decide dar un espacio al culto católico, debe hacerlo también a otros cultos.

Enlace:

[] Noticia:
En la imagen: El cartel dice, “Jesús tuvo dos padres, y creció bien”.

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