La rebelión en Túnez que ha conducido al derrocamiento de su otrora dictador por 23 años Ben Alí, nos aporta varias reflexiones. En primer lugar, que una población con alto grado de nivel académico, acosada por el desempleo, tiene el poder de enfrentar a su gobierno y exigirle oportunidades; en segundo lugar, que es posible que el brazo castrense sea sensible al cambio social, y que se una a un movimiento civil. Y en tercer lugar, nos recuerda que si existe un marcado fanatismo en determinados grupos sociales del Medio Oriente, es porque antes los países occidentales apoyaron a sanguinarios líderes “laicos”, con tal de garantizar sus intereses; con esto, abrieron de par en par las puertas a los movimientos religiosos.
En la imagen: el joven Aníbal Barca, en el siglo II a.C., juró a sus nueve años, por deseo de su padre Amílcar, líder de los cartagineses,, que destruiría a los romanos. En 1985, el alcalde de Roma y el alcalde de Cártago, en el actual Túnez, simbólicamente firmaron un tratado de paz entre ambas ciudades, poniendo fin a 2,100 años de guerra declarada.
Enlace: [] Noticia: Ben Alí, huye de Túnez, tras el triunfo de la revolución del jazmín.
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