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domingo, 12 de diciembre de 2010

Los olvidados, los "Ponchis", la violencia.

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Transcribimos fragmentos de esta columna de Daniel Vargas Parra:

Los menores buñuelescos se encuentran atrapados en el abandono, en los vicios mientras buscan obtener los medios para sobrevivir a su suerte. Se dice que Buñuel eligió personalmente la trama, luego de que el productor de la película le advirtiera sobre una historia dramática. Por esto es que al inicio del largometraje se advierte: “Esta película está basada en hechos de la vida real y sus personajes son auténticos”. Efecto que marcó la recepción y estudio de la obra desde entonces y hasta nuestros días.

Los menores buñuelescos se encuentran atrapados en el abandono, en los vicios mientras buscan obtener los medios para sobrevivir a su suerte. Se dice que Buñuel eligió personalmente la trama, luego de que el productor de la película le advirtiera sobre una historia dramática. Por esto es que al inicio del largometraje se advierte: “Esta película está basada en hechos de la vida real y sus personajes son auténticos”. Efecto que marcó la recepción y estudio de la obra desde entonces y hasta nuestros días.

Hoy un niño de 14 años puede ser la cabeza de un comando de menores dedicados a matar. Nuestro realismo se halla en el grupo de videos donde un grupo de jovencitos le dan de palos a un hombre colgado, cual res en carnicería, como si fuera la última piñata de sus mocedades. Mirar a púberes que sonríen felices bañados de sadismo cada que acercan a la muerte a una persona, escuchar a un pobre escuincle que bajo su torpeza confiesa haber matado a cuatro, degollándolos, o saber que el asesino no teme por su castigo compone el imaginario del criminal que rebela las carencias, las miserias de la sociedad que somos. Nuestro Ponchis actual es el Jaibo de Buñuel. Nuestros niños sicarios son Los olvidados de los cincuenta.

Adolescentes perdidos desde su propia constitución psicosomática que los impele a la vida de excesos ya sea porque crecen en ambientes hostiles donde se cree que el crimen es la única vía de superación o porque tuvieron una infancia de abandono y el destino los llevó a las redes del narco. Como sea, en distintas oportunidades, el Ponchis ha sido exhibido en los medios como un monstruo, un fenómeno y hasta el Diablo cuando lo que más aterra es que estos pubertos, confundidos entre las virtudes y los vicios, deseosos de bienes materiales, éxitos efímeros y excesos de placeres, habitan en todas partes, son parte de nuestra vida cotidiana y lo único que separa a uno de otro es la pura y llana educación. Y quizá en nuestro país, donde la educación se entiende como un inmenso acordeón que memorizar, sea este argumento lo más fatídico del caso.

Enlace:

[] Noticia: Los olvidados: deseos de crimen en la niñez.

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