“Lo que vivimos ahora es una versión posmoderna, anacrónica, alimentada por los petrodólares de (el presidente venezolano) Hugo Chávez”, consideró Enrique Krauze. “El siglo XXI en América Latina no debe ser ideológico, sino realista, pragmático y civilizado. Chile ha demostrado ser un país ejemplar en la región, especialmente en estos momentos de dificultad” ¡Qué llamado tan más noble! No hay que ser ideológicos, no señor. Hay que ser realistas, pragmáticos y civilizados. Sí, pero nunca ideológicos.
La segunda acepción de la palabra “ideología”, según el multicitado Diccionario de la Real Academia Española, la define como el “Conjunto de ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento de una persona, colectividad o época, de un movimiento cultural, religioso o político, etc.”.
¿Por qué tramposamente, hace pasar al realismo y al pragmatismo como si no fuesen ideologías? En tanto visiones fragmentadas del cosmos (que, sobra decir, sólo así puede ser aprehendido, pues la omnisciencia nos está vedada), el realismo y el pragmatismo son ideológicos. Además, como buenas ideologías, son sectarias, pues rechazan (como lo hace el ideológico señor Krauze) el valor de las demás ideologías.
Así pues, Krauze nos dice que América Latina no debe ser ideológica (es decir, no debe tener un conjunto de ideas fundamentales que caractericen a su pensamiento), sino que debe ser de ideología realista y pragmática. Caramba, que no sabemos qué pensar. Por un lado, podríamos hacerle caso a Krauze y dirigir nuestro proyecto de nación sin proyecto y sin nación (pues la nación es una idea fundamental, ideológica a más no poder...) Pero, por el otro lado, podríamos hacerle caso a su gemelo “el loco Krauze” que afirma el valor de una ideología realista y pragmática.
Dejamos al final lo de “civilizado”. La carga derogatoria para los que no siguen su forma de pensar es tan manifiesta, que hasta sentimos redundante el siquiera comentarlo. Ya no sólo los que no siguen su ideología están en la senda equivocada, no: están fuera de la civilización, es decir, de las costumbres, artes y saberes propios del género humano. ¡Por supuesto que no piensas como yo! ¿Cómo podrías hacerlo? Para pensar como yo, primero has de ser un humano, y tú eres un simio. Por lo tanto, dado tu escaso desarrollo intelectual, entiendo que busques guiar a América Latina sobre otros rieles que no sean el del realismo y el pragmatismo. No es que no tengas derecho a la alternativa, sino que no hay alternativa para la civilización.
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