La separación de los desechos inorgánicos que se hace a bordo de camiones de limpia y en las tres plantas de selección de basura de la capital del país genera a diario alrededor de 14 millones de pesos que van a parar a las bolsas de líderes, funcionarios y políticos, y sólo una mínima parte a familias enteras de pepenadores que viven de los desechos.
Se manejan aproximadamente 10 millones de pesos diarios en la prepepena (selección de residuos antes de que llegue a los traderos) y otros 4 millones de pesos en las plantas de selección; el gobierno debería tener participación de ese dinero, pero no sucede así”, afirma Arturo Dávila Villarreal, consultor privado del Gobierno del Distrito Federal en materia de gestión integral de residuos.
La prepepena de desechos se hace a bordo de los camiones de limpia, a cargo de la Sección Uno de Limpia del Sindicato Único de Trabajadores del Gobierno del Distrito Federal (SUTGDF).
En una segunda fase, trabajadores de las tres plantas de recepción de residuos los seleccionan.
Dávila señala que esa riqueza va a los grupos de interés “para beneficio de los líderes”.
De las 12 mil toneladas de basura que se generan al día cerca de 50 por ciento es orgánica y va a parar a las plantas de composta; 30 por ciento se vende a una red de plantas industriales que se la disputan y el resto llega a los rellenos sanitarios.
A diferencia de antes, cuando el cacicazgo de la basura estaba en manos principalmente de un líder, Rafael Gutiérrez Moreno, hoy ese se lo reparten, fundamentalmente cuatro grupos: El Sindicato de Trabajadores del GDF, Guillermina de la Torre, en Santa Catarina, Pablo Téllez, en el Bordo Poniente, y José Flores Valdez, en San Juan de Aragón.
El negocio es mayor para el personal de limpia cuando esas propias se multiplican y se vuelve costumbre, dice.
Al interior del servicio de limpia y de acuerdo con el sindicato, las rutas se venden al mejor postor. Así, el dinero se reparte en una pirámide: desde el simple machetero o voluntario, hasta el jefe de limpia o subdelegado, e incluso más arriba.La finca es el espacio que controla cierto camión, cuya ruta explota al máximo. Las mejores fincas o recorridos son aquellas que incluyen buenas propinas: casas, negocios, hospitales, oficinas, restaurantes con los que hay acuerdos para recoger los desechos cada cierto tiempo. La propina sube y ahora hay cuotas que van de 500 a mil pesos o más.
Es el mismo esquema como el utilizado en otras dependencias: el chofer de un camión tiene un buen transporte, uniforme, vales de gasolina y la mejor ruta a cambio del entre (dinero) que suman varios miles o millones de pesos al día, afirma.
“El dinero ingresa al camión y el chofer reparte y para los que reciben salario del gobierno capitalino es un complemento salarial, que puede ser hasta el doble; para los otros (los que no reciben salario) puede ser su nómina.