Las historias de venganza son apasionantes, probablemente porque nos ponen en contacto con instintos que muy rara vez dejamos salir de manera franca y descarnada (afortunadamente). No es casualidad que la literatura y el cine abunden en esta temática y, desde El Conde de Montecristo hasta Kill Bill, podemos encontrar numerosos y muy variados acercamientos a un problema que parecería ser universal: las ganas de tomar revancha en contra de quien nos la hizo. Aunque es difícil sacarlo en claro a vuelo de pájaro, podríamos decir que es precisamente la venganza el tema principal—que no el único— de la nueva película de Pedro Almodóvar, La piel que habito.
En la ciudad de Toledo, un cirujano plástico, Robert Ledgard, ha desarrollado una nueva piel artificial, mucho más resistente que la piel humana. El descubrimiento sería revolucionario de no ser porque en el proceso ha transgredido algunos límites de la ética científica. No obstante las prohibiciones al respecto, el experimento ha sido llevado a cabo en una misteriosa y muy bella paciente que permanece encerrada en la casa del doctor Ledgard. Cómo es que llegó ahí y qué llevó al doctor a aplicar su descubrimiento en ella es el hilo que nos lleva a través de la cinta. Decíamos venganza, y parafraseando a Tarantino y muy en el estilo de Almodóvar, ésta nunca es una historia lineal.
Es imprescindible decir que el giro que toma la historia es, a falta de una mejor palabra, escalofriante. Es evidente que Almodóvar juega una broma bastante cruel a uno que otro espectador entre los cuales me incluyo, pero que lleva encerrada una reflexión más profunda acerca de la sexualidad humana, tanto en su parte física como en la que no puede palparse; muy en la línea discursiva que podemos ver a lo largo de la trayectoria del cineasta. Podría hablarse mucho más al respecto, pero en ese giro está el punto clave de la película y no es mi propósito arruinarles su tarde de cine.
Es de notarse también el espléndido trabajo en la fotografía, el diseño de arte y la musicalización del filme. En este último punto, no está demás recomendar lo siguiente: escuchen a la cantante negra del conjunto contratado para la escena de la boda, es de verdad brutal. Por otro lado, es también de aplaudirse el trabajo actoral de Antonio Banderas, como hace mucho, pero en serio mucho tiempo no se le veía, en mi muy nefasta opinión (como dice un buen amigo). De verdad recomendable y bueno, en comparación al resto de la de verdad pobre cartelera actual… Véanla y sáquense de onda un rato.