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jueves, 22 de diciembre de 2011

Crisis climática: la ingeniería del fracaso

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Se está realizando en Durban, Sudáfrica, la 17ª Conferencia de las  Partes del Convenio Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP17)  y por su falta de contacto con la realidad de la crisis climática –y de  todas las demás, financiera, alimentaria, ambiental – parece ciencia  ficción. Ante la vacuidad de las negociaciones, vuelven a la carga los  proponentes de la manipulación climática alegando que ellos sí  comprenden que es necesario tomar medidas enérgicas y que por ello  necesitan más investigación y recursos en geoingeniería. Todo forma  parte del legado de manipulaciones que se hicieron en la COP16, realizada en Cancún, México, el año pasado.

El tema más controvertido entre el público es si habrá o no un nuevo  período de compromisos de reducciones dentro del llamado Protocolo de  Kyoto, cuyo primer período acordado terminará en 2012.  Estados Unidos  nunca firmó este Protocolo –aunque es parte del Convenio y el mayor  emisor global de gases de efecto invernadero del siglo XXCanadá y otros países que son grandes emisores anunciaron que saldrán y  no firmarán un segundo período, aunque las tímidas metas propuestas en  el primero no se han cumplido y la crisis climática ha empeorado  notablemente.  La Unión Europea no quiere aparecer como “irresponsables”  y aceptan firmar un segundo período, pero ponen condiciones como no  fijar metas vinculantes, sino solamente “promesas”.  Los países  agrupados en el llamando G77 (son más de 130 de África,  Asia y América Latina) presionan por un segundo período, y con Europa  podrían alcanzar la mayoría requerida para lograrlo, pero Europa solo  firmará si se aceptan sus propias condiciones, sin fijar metas de  reducción obligatorias y otras. Es decir, las opciones son que se  termine el protocolo de Kyoto, o que continúe como un cascarón sin  contenido. En cualquier caso, favoreciendo siempre a los actores que son  los mayores causantes de la crisis climática.  Para completar,  Estados  Unidos propone que aunque termine el Protocolo de Kyoto,  se continúe  con el llamado Mecanismo de Desarrollo Limpio, que es parte del  Protocolo y es la base de mercado de bonos de carbono. O sea, terminar  cualquier compromiso legalmente vinculante, pero mantener las  facilidades para los mercados de carbono.

Lo más grave sin embargo, es que con las “promesas” de reducción que  han hecho los países más contaminantes desde Cancún, es seguro que el  calentamiento global llegará a niveles insoportables en algunas décadas.  Según resume Pablo Solón, ex embajador de Bolivia ante la ONU,  usando estimaciones del propio Convenio y otras agencias de Naciones  Unidas, se garantiza que la temperatura promedio aumentará 4 grados  centígrados, lo cual producirá una enorme devastación de ecosistemas  claves y tendrá un costo de millones de vidas humanas.

Mientras se soslaya el tema fundamental  –la necesidad de reducciones  reales de emisiones de gases de efecto invernadero, drásticas, en su  fuente, y no mediante falsas “soluciones” como los mercados de carbono y  otras– se avanzan otras negociaciones que tendrán gran impacto  posteriormente, como introducir la agricultura y los suelos a los  mercados de carbono.

En este contexto,  los que promueven la geoingeniería aprovechan para  reafirmar que “ante la falta de avance en las negociaciones” y que la  crisis climática está cada vez peor, hay que  considerar la  geoingeniería.  El 2 de diciembre, la Sociedad Real del Reino Unido, en  conjunto con el Fondo de Defensa Ambiental de Estados Unidos (EDF  por sus siglas en inglés) y la Academia de Ciencias para el Tercer  Mundo (que sin embargo tiene su sede en Italia), lanzaron en Londres y  en Durban un informe titulado “Manejo de la radiación rolar: gobernanza  de la investigación”. El reporte afirma que tal metodología, que implica  desde blanquear nubes a crear nubes volcánicas artificiales a mega  escala para desviar los rayos solares, sería una forma “barata y rápida”  para bajar la temperatura planetaria, pero que podría también causar  daños tan devastadores como los que se quiere combatir. Por ejemplo,  alterar las lluvias y vientos en Asia y África, colocando en riesgo las  fuentes de agua y alimentación de miles de millones de personas.   Reconocen que conllevan el riesgo de que tales tecnologías sean usadas  unilateralmente por algún país o quien tenga los medios y la tecnología.  Pese a todo esto que usando el sentido común demuestra que la  geoingeniería sencillamente se debe prohibir, el reporte afirma que se  debe investigar más para conocerla mejor “y prevenir que se use mal”, o  que algunos países poderosos la usen como arma. De qué forma avanzar la  geoingeniería prevendría que se desarrolle, no lo explican. Aunque  eligieron un foro de Naciones Unidas para anunciar el informe, no  recomiendan que las decisiones se tomen en la ONU sino que dan un menú de opciones, obviando que la ONU ya tiene dos moratorias de facto sobre geoingeniería.

El  grupo que coordinó el informe es financiado por los  multimillonarios Bill Gates y Richard Branson a través de sus  fundaciones. Ambos son explícitos promotores de la geoingeniería y  financian a algunos de los científicos involucrados, que además tienen  intereses comerciales en la geoingeniería.  Muchos son de Estados  Unidos, Canadá y Reino Unido, tres de los países que sabotean cualquier  negociación sobre cambio climático, creando así, también en este  contexto, una profecía auto-cumplida.


Silvia Ribeiro*

*investigadora del Grupo ETC


Publicado en La Jornada, México, 3 de diciembre de 2011

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