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viernes, 29 de julio de 2011

SANDOVAL ÍÑIGUEZ SOLICITÓ FRENAR A LÓPEZ OBRADOR. PERO ESO NO TIENE LA MÍNIMA RELEVANCIA

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Según las filtraciones de Wikileaks, el saliente purpurado de la arquidiócesis de Guadalajara, Juan Sandoval Íñiguez, solicitó al embajador de Estados Unidos en el Vaticano, Francis Rooney, “si el presidente (George W.) Bush podría ayudar. Sandoval afirmó que durante el gobierno de López Obrador el crimen y la violencia habían aumentado en la ciudad de México”. El cardenal negó tal señalamiento, y apuntó que sólo se discutió con el embajador su apoyo para la construcción del santuario en Guadalajara de los mártires cristeros.

¿Quién es el que miente? ¿Los funcionarios americanos que enviaron dichos cables filtrados? ¿O el jerarca católico? Difícil creerle a alguna de las partes. Cualquiera de ellas tiene motivos para distorsionarnos la realidad.

Si se hubiera dado tal plática, en definitiva, no se hizo con motivo de ningún acto religioso, por lo cual estaba en su derecho el cardenal a externar su punto de vista político. Claro que, nada más por fregar; tan solo por onanismo mental; con la pura intención del ocio; en un acto de inocencia leguleya, nos remitimos al artículo 123 del Código penal federal:

“Se impondrá la pena de prisión de cinco a cuarenta años y multa hasta de cincuenta mil pesos al mexicano que cometa traición a la patria en alguna de las formas siguientes: […]

X.                Solicite la intervención o el establecimiento de un protectorado extranjero o solicite que aquél haga la guerra a México; si no se realiza lo solicitado, la prisión será de cuatro a ocho años […]”


Pero es nada más un ejercicio tonto; es claro que si esto se aplicara, primero caerían los artífices de la iniciativa Mérida, por ejemplo, que el pobre purpurado que cree que EE.UU. velaría por los intereses de México, según los ve el obispo. A lo que vamos es que pedirle “ayuda” al atávico invasor de George W. Bush para frenar el proyecto político de López Obrador podría haber caído en un área peligrosa, de no haber confiado EE.UU. de que el propio panismo y el empresariado frenaría la propuesta obradorista (sea o no benéfica para México, lo cual es otra discusión).

Señala Rafael Cardona en su columna “El Cristalazo” del domingo 24 de julio de 2011, que no es ninguna sorpresa que a los curas no les simpatice López Obrador. Eso es relativo; se conoce la buena relación entre López Obrador y el cardenal Norberto Rivera; hay coincidencias entre López Obrador y algunos sectores del clero regular (por ejemplo, una amistad con los dominicos de su ex parroquia, la de Copilco), o afinidad de sus ideas con determinados postulados de los jesuitas; aún más, López Obrador se ha distinguido por ser el único político a nivel nacional que ha inmerso en sus discursos conceptos como el amor cristiano, algo que hasta la sabandija de Jesús Ortega calificó como abominable; cómo un político va a hablar de amor, qué le pasa.

Así pues, la jerarquía eclesial no se reduce a los Onésimos o a los Sandoval Íñiguez, y es algo que debe recordarse. Y si Sandoval Íñiguéz requirió la ayuda de los estadounidenses, debe considerarse a la luz de sus mundanos criterios de ciudadano; el purpurado, según los propios cables, no inmiscuyó en lo absoluto ningún argumento religioso.



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