Alejo Carpentier, en el Siglo de las Luces, plantea una discusión entre dos de los personajes principales de la novela, Esteban y Sofía. Esteban, desilusionado, aunque quizás no sea la palabra más adecuada, más bien, fastidiado de los acontecimientos de la revolución francesa y en particular de las atrocidades, necedades y patochadas vistas en el proceso de independencia de la Isla de Guadalupe, (basada en los ideales franceses) en donde los negros, por citar un ejemplo, recién liberados, fueron obligados a trabajar, pero ahora como "libres", para la recién formada burguesía de ese pedazo de tierra en el Caribe, discute con Sofía quien defiende la revolución, los objetivos de la misma, ya que para ella, el hecho de que hubiera injusticias no le restaba valor a una tarea, en sí, sobrehumana. La discusión pues, termina con estas frases:
«Te enojas con nosotros —dijo— porque tenemos fe en algo.» «La fe en algo que cambia de aspecto cada día les dará grandes y terribles decepciones —dijo Esteban—. Ustedes saben lo que aborrecen. Nada más. Y por saberlo ponen su confianza, sus esperanzas, en cualquier otra cosa.»
La solución a ese cambio constante, ha sido la de la práctica política concreta y el cambio hacia relaciones más "horizontales" en las que los planes cambian, conforme "cambian" las necesidades de los grupos, a fin de evitar caer en lo que reconocen como el peor de los autoritarismos y cerrazones, que surge cuando el grupo, incapaz de entender el mundo que lo rodea, se mantiene aferrado al método que siempre llevó a cabo, sólo que ahora no sustentado en algo, es decir, aferrados a su propio vacío.
Esto ha tenido como consecuencia que, al igual que los métodos de enseñanza, propugnados en la actualidad, lo importante no es el resultado, sino el aprendizaje, o, como dicen, el "camino recorrido”, lo cual, no es más que un burdo pretexto.
Ahora bien, imaginemos a un grupo que busca fomentar la responsabilidad política de quienes viven en un espacio(una colonia o barrio) para así conseguir una forma de gobierno que sea más justa, o exigir algo del gobierno, hace una actividad encaminada a esos fines. La actividad concreta no está bien hecha, y no cumple con ninguno de los objetivos trazados, es decir, un total fracaso. Pensemos que esa misma actividad, un evento, un taller, una campaña, o la que sea, es hecha por algún político o por algún funcionario público, y que de igual forma estuviera mal hecha o fuera un fracaso. De inmediato todos dirían, “oiga es usted un incompetente, no sabe hacer bien las cosas”. ¿ Quiénes deseamos que el gobierno cambie, estamos listos para hacerlo mejor? En realidad, todos estamos inconformes, pero parece que no hay otra alternativa, porque muchos, hacen las cosas igual de mal, en cualquier lugar.
En la mitología griega, Sísifo, una persona hábil y astuta, logró engañar a los dioses en más de una ocasión. Como castigo, fue mandado al inframundo en donde debía cargar una piedra, hasta lo alto de una colina. Una vez en la cima, la piedra caía y debía volver a cargarla hasta la cima y así por la eternidad.
Sísifo, seguramente aprendió mucho : aprendió como cargar mejor la piedra, y como tomar el camino menos tortuoso; en realidad, en esa realidad, es posible que su experiencia diaria le haya servido para ser el mejor cargador de piedras por los hombres conocido. Cabe mencionar, de paso, que la piedra siempre caía en el mismo lugar.
Imagen: Explosión en una catedral. Un cuadro citado constantemente en el Siglo de las Luces.