Dilma Rousseff ha sido electa como la siguiente en ocupar la presidencia de Brasil. La mujer es admirable, un ejemplo inspirador y poderoso.
En una entrevista realizada por Susana Lischinsky el 22 de Junio de 2005, Dilma, la exguerrillera, internada y torturada durante tres años en la cárcel (de 1970 a 1973), denunciada por la cúpula militar que dominaba Brasil como la “Juana de Arco de la subversión”, relató algunas de sus experiencias que la han convertido en la tremenda mujer y líder que seguramente guiará con vigor a Brasil los siguientes años:
“(Ante la tortura) debes inventar una historia, y sólo recordar y repasar esa historia y no salir de ella. Lo único que no puede pasar en la relación entre torturado y torturado es decir “no voy a hablar”, porque en cinco minutos lo harás, ya que el torturador sabe que ahí hay algo que sacar, algo que obtener […] Es un juego no sólo de resistencia física, sino psíquica, porque te das cuenta de lo solo que estás”.
“[…] Lo primero era preguntarte y si no les gustaba la respuesta, te pegaban con una vara. Después de ser golpeada muchas veces con la vara, empezaron a llevarme a la “periquera” (en la imagen), donde nos quitaban toda la ropa y nos colgaban. […] También nos electrocutaban en todo el cuerpo (aunque a mí no me lo hicieron en las partes genitales), no sé cuanto tiempo duraba cada sesión… perdías la noción de todo, empezabas a tener hemorragias, te orinabas, te defecabas […] Tampoco comías, y sufrías el frío, y la noche. Te encierran en un cuarto y te dicen “en unas horas vengo a interrogarte”.
Que una persona formada en estas condiciones, similares por ejemplo a las de John McCain (que también fue también preso y torturado 6 años, hasta que fue liberado por los vietnamitas de forma coincidente en 1973), pueda llegar a tan altas esferas políticas, legitima el ejercicio democrático: le da una dimensión meritoria, y garantiza que el poder no será usado tan a la ligera, porque se conoce su fuerza arrolladora sobre el ciudadano indefenso. Dignifica el cargo presidencial y la función pública; en una palabra, se gana el respeto y admiración de un pueblo.
En México, ¿qué tan lejos estamos de gobernantes en contacto con el trabajo social, de base? No implica por cierto tener que ser torturado, sino conocer lo miserable de nuestra vida como mexicanos, para radicalizar la decisión de llegar al poder para cambiar eso.
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[] Entrevista completa.