Los investigadores del Instituo de Investigaciones Jurídicas de la UNAM suelen tener un perspicaz y agudo sentido de la realidad; la burbuja del Instituto no parece alejarlos de la vida diaria del resto de los mexicanos.
Los docentes de la Facultad de Derecho de la UNAM suelen tener en alta estima la habilidad y astucia de dichos investigadores para el litigio y para el ejercicio en los tribunales. Encontrar a un maestro (es decir, no a un investigador que de clases) de la Facultad de Derecho de la UNAM que tenga una opinión negativa de dichos investigadores sería impensable, imposible, inimaginable, altamente escandaloso, una aberración; un pecado que clama al cielo, hubiese dicho el Antiguo Evangelio.
Si alguien conoce la verdadera práctica del derecho, y lo que se vive día a día con los actuarios, secretarios de acuerdos, jueces, policías y agentes del ministerio público, no son aquellos maestros de la Facultad de Derecho de la UNAM que viven del litigio, del "saberle llegar" a los funcionarios judiciales, del mandar al "no ejercicio" la averiguación previa, no.
Tampoco lo va a saber por supuesto aquel brillante maestro, don Ernesto Gutiérrez y González, cuya integridad, respeto y honestidad hacia sus alumnos lo hizo realizar una obra sobre el "Derecho Administrativo al estilo mexicano", o que colaboró en el Código Civil de Quintana Roo y que pudo constatar como una investigadora del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM plagió su trabajo, mismo que hizo con el silencio cómplice de dicho Instituto (cfr. GUTIÉRREZ Y GONZÁLEZ, Ernesto. "Las Obligaciones". Editorial Porrúa. Décimo segunda edición. México. P. 1074).
Menos aún conocerán la lacerante, caprichosa y escuálida labor de "impartir justicia" que realizan los órganos jurisdiccionales, aquellos que han sufrido el tener que contratar y pagar un abogado; el "mocharse", "aceitar la máquina", "salpicar" y navegar las tortuosas aguas judiciales. Ninguno de los anteriores, tiene un sentido tan en contacto con la realidad, con lo que es el derecho -el derecho mexicano en serio-, como los investigadores del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.
Habida cuenta del anterior texto apologético, podemos referirnos a Miguel Carbonell, investigador del referido Instituto y autor, entre otras obras, de "La Constitución en serio", libro que según el Departamento de Derecho del ITAM, parece ser producto de que el doctor decidió "encerrarse en la cocina de su departamento en Génova, durante una estancia sabática, y soltó a vuelapluma una serie de reflexiones inteligentes sobre el tema (la constitución mexicana)" (http://www.ejournal.unam.mx/cuc/cconst07/CUC00714.pdf); la anterior descripción, tan ensalzadora, muestra su fino, delicado y delicioso sentido de contacto con la poética realidad mexicana, amén de que no fue para nada pretencioso ni soberbio intitular a su obra "La Constitución en serio", para emular a aquel otro buen comenzal, Ronald Dworkin, que intituló a su libro, parteaguas en la ciencia jurídica, "Los Derechos en serio".
Bueno, el doctor Carbonell, en su columna del periódico "El Universal", ha expresado sus razones por los que según él, México no va tan mal, lista que prologa de la manera siguiente: "hay elementos para ver la realidad como un vaso medio lleno y no como un vaso medio vacío. La lista podría ser larga y, obviamente, configurada según los intereses o preferencias de cada uno. Mi lista de cuestiones positivas contiene al menos los siguientes puntos".
La lista incluye la alegría de las fiestas patrias del 2010; la propuesta de reformas políticas del presidente Calderón; los procesos electorales pertenecientes a la política local, que son "más cercanos a la gente y a sus problemas cotidianos"; Twitter es también ocasión de peculiar regocijo, y ni qué decir del descubrimiento de que uno es ciudadano "todos los días", que nos permitirá a nosotros, y no a los políticos -podremos decirles ya adiós- "construir la agenda pública".
Nada se puede debatir de lo anterior; el doctor Carbonell claramente afirmó que se trata de una lista de cuestiones positivas según sus intereses y preferencias, y no de que así sea la realidad; el investigador nos habla de que él ve un vaso medio lleno, y hemos de creerle que así lo ve. No dudamos un segundo que él, en efecto, vea un vaso medio lleno. Si aquello, si la realidad, es un vaso o una fosa séptica, no ha sido objeto de su columna y no viene al caso en ésta ocasión.
Por lo anterior, no criticamos en lo absoluto su visión; sus ojos y las antiparras con las que mira al mundo son de su exclusiva competencia. Sin embargo, al hacernos partícipes de su siblina visión, podemos adentrarnos en la forma como ven al país aquellos que trabajan, proponen, debaten e investigan desde la burbuja -la burbuja en serio-.
Enlace:Los docentes de la Facultad de Derecho de la UNAM suelen tener en alta estima la habilidad y astucia de dichos investigadores para el litigio y para el ejercicio en los tribunales. Encontrar a un maestro (es decir, no a un investigador que de clases) de la Facultad de Derecho de la UNAM que tenga una opinión negativa de dichos investigadores sería impensable, imposible, inimaginable, altamente escandaloso, una aberración; un pecado que clama al cielo, hubiese dicho el Antiguo Evangelio.
Si alguien conoce la verdadera práctica del derecho, y lo que se vive día a día con los actuarios, secretarios de acuerdos, jueces, policías y agentes del ministerio público, no son aquellos maestros de la Facultad de Derecho de la UNAM que viven del litigio, del "saberle llegar" a los funcionarios judiciales, del mandar al "no ejercicio" la averiguación previa, no.
Tampoco lo va a saber por supuesto aquel brillante maestro, don Ernesto Gutiérrez y González, cuya integridad, respeto y honestidad hacia sus alumnos lo hizo realizar una obra sobre el "Derecho Administrativo al estilo mexicano", o que colaboró en el Código Civil de Quintana Roo y que pudo constatar como una investigadora del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM plagió su trabajo, mismo que hizo con el silencio cómplice de dicho Instituto (cfr. GUTIÉRREZ Y GONZÁLEZ, Ernesto. "Las Obligaciones". Editorial Porrúa. Décimo segunda edición. México. P. 1074).
Menos aún conocerán la lacerante, caprichosa y escuálida labor de "impartir justicia" que realizan los órganos jurisdiccionales, aquellos que han sufrido el tener que contratar y pagar un abogado; el "mocharse", "aceitar la máquina", "salpicar" y navegar las tortuosas aguas judiciales. Ninguno de los anteriores, tiene un sentido tan en contacto con la realidad, con lo que es el derecho -el derecho mexicano en serio-, como los investigadores del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.
Habida cuenta del anterior texto apologético, podemos referirnos a Miguel Carbonell, investigador del referido Instituto y autor, entre otras obras, de "La Constitución en serio", libro que según el Departamento de Derecho del ITAM, parece ser producto de que el doctor decidió "encerrarse en la cocina de su departamento en Génova, durante una estancia sabática, y soltó a vuelapluma una serie de reflexiones inteligentes sobre el tema (la constitución mexicana)" (http://www.ejournal.unam.mx/cuc/cconst07/CUC00714.pdf); la anterior descripción, tan ensalzadora, muestra su fino, delicado y delicioso sentido de contacto con la poética realidad mexicana, amén de que no fue para nada pretencioso ni soberbio intitular a su obra "La Constitución en serio", para emular a aquel otro buen comenzal, Ronald Dworkin, que intituló a su libro, parteaguas en la ciencia jurídica, "Los Derechos en serio".
Bueno, el doctor Carbonell, en su columna del periódico "El Universal", ha expresado sus razones por los que según él, México no va tan mal, lista que prologa de la manera siguiente: "hay elementos para ver la realidad como un vaso medio lleno y no como un vaso medio vacío. La lista podría ser larga y, obviamente, configurada según los intereses o preferencias de cada uno. Mi lista de cuestiones positivas contiene al menos los siguientes puntos".
La lista incluye la alegría de las fiestas patrias del 2010; la propuesta de reformas políticas del presidente Calderón; los procesos electorales pertenecientes a la política local, que son "más cercanos a la gente y a sus problemas cotidianos"; Twitter es también ocasión de peculiar regocijo, y ni qué decir del descubrimiento de que uno es ciudadano "todos los días", que nos permitirá a nosotros, y no a los políticos -podremos decirles ya adiós- "construir la agenda pública".
Nada se puede debatir de lo anterior; el doctor Carbonell claramente afirmó que se trata de una lista de cuestiones positivas según sus intereses y preferencias, y no de que así sea la realidad; el investigador nos habla de que él ve un vaso medio lleno, y hemos de creerle que así lo ve. No dudamos un segundo que él, en efecto, vea un vaso medio lleno. Si aquello, si la realidad, es un vaso o una fosa séptica, no ha sido objeto de su columna y no viene al caso en ésta ocasión.
Por lo anterior, no criticamos en lo absoluto su visión; sus ojos y las antiparras con las que mira al mundo son de su exclusiva competencia. Sin embargo, al hacernos partícipes de su siblina visión, podemos adentrarnos en la forma como ven al país aquellos que trabajan, proponen, debaten e investigan desde la burbuja -la burbuja en serio-.
[] Noticia: El vaso medio lleno.
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Gracias por la permanente atención que le ponen a lo que escribo. Me honra. Saludos desde la burbuja.
Miguel Carbonell (en serio).