“Latinoamérica fue el manicomio de Europa así como Estados Unidos fue su fábrica. La fábrica está ahora en poder de los capataces y locos huídos son su mano de obra”. Roberto Bolaño.
El manicomio de Europa. O el hijo extravagante de Europa, como lo dijo también Octavio Paz antes que el chileno. ¿Qué es lo que somos? Somos los hijos de las rupturas, desde la revolución francesa hasta el 1968. Guiados por ideas ajenas, hemos visto como cada uno de los movimientos políticos en nuestro continente han sido absorbidos de las formas más cruentas: dictaduras, y represiones. Pasados los movimientos políticos y con la mirada en el presente, nos quedamos con una sensación de frustración: en realidad, todo sigue igual, lo cual quiere decir que nada ha cambiado.
Nuestra circunstancia.
Durante un tiempo el nacionalismo revolucionario cubrió el vacío. Pero ese mito sobre el que se construyó el estado mexicano , se ha transformado en el espectáculo grotesco de gobiernos ominosos. La “fiesta del grito y el “resplandor teotihuacano” son la muestra de que hemos cambiado la tradición por el espectáculo.
Además, el estado como forma de organización que justifica su existencia en la satisfacción de las necesidades de una sociedad no nos ofrece nada. Bueno, sí nos ofrece en manos de los gobernantes, su funcionamiento errático, espontáneo (¿improvisado?), inepto y prepotente. Torpes, fatuos y soberbios.
Por ello el cambio no va venir desde adentro. Ningún político va aceptar menos de lo que tiene ahora y que es lo más importante para ellos: dinero. Es por eso que cuando se afirma que la técnica se ha apoderado del gobierno lo que afirmamos es esto: que nuestros gobernantes son administradores de su propia riqueza, que cuando escuchamos que los diputados van a realizar “ la reforma del estado” quiere decir que van a convocar a la asamblea constitutiva de una sociedad anónima, y que en la vida “en democracia” el diálogo es una simulación para mantener todo en su lugar. Esta técnica de administración del poder y dinero nos perfila a la miseria y la destrucción, es decir, a la nada.
Y por ello debemos aceptar que la nada en la que estamos, es nuestra responsabilidad así como la construcción de un lugar más justo, es una apuesta de vida, y como tal, una construcción cotidiana.
Para muchos el cambio se muestra como algo imposible, inalcanzable como una utopía. Estas afirmaciones pasan por el alto el hecho de que las mencionadas aspiraciones como idealización de cierto tipo de ser humano y de comunidad, nos obligan a avanzar, a pensar en lo que somos y hacia donde vamos, en suma, no caer en la mediocridad.
La inquietud de sí.
Michel Foucault en un escrito intitulado ¿Qué es la Ilustración? Analiza otro escrito del mismo nombre, del filósofo Immanuel Kant, lo que de paso le sirve para pensar sobre las actitudes y reflexiones que se tienen en relación al presente. Para ello se refiere al poeta Baudelaire quien representa una voz conciente de su circunstancia:
“El hombre moderno, para Baudelaire, no es aquel que se lanza al descubrimiento de sí mismo, de sus secretos y de su verdad escondida; es aquel que intenta inventarse a sí mismo. Esta modernidad no “libera al hombre en su propio ser”, lo obliga a la tarea de elaborarse a sí mismo.”1
Con esto queremos decir, que si se va pensar en cambiar el estado actual de las cosas, necesitamos cambiarnos primero. No hay una nueva sociedad o un nuevo gobierno sin un nuevo tipo de persona. No hay Revolución sin revolución personal
Esto trae varias consecuencias:
La elaboración de sí mismos implica escapar de un posible gobierno justiciero pero incapaz. No se trata de cambiar el gobierno de unos cuantos, pero eficaces, por el de todos, pero incompetentes. Muchos “izquierdistas” parten de la negación, antes que la afirmación de su propia subjetividad: viven para atacar, criticar o bien derrocar al gobierno, saben que el gobierno es opresor, injusto y que nos tiene a todos jodidos. Lo cual es cierto. Pero también es cierto, que ellos, y por ellos en este apartado me refiero a los rebeldes que como dice Paz, tienen la posibilidad de “ el ocio y la cultura” no se han hecho una pregunta ¿Podré yo hacerlo mejor que ellos, los opresores? O siquiera ¿Puede considerarme con mayor autoridad moral que ellos, los dictadores? Su respuesta es casi siempre la misma: podemos realizar actos intolerantes, o violentos, podemos ser los dogmáticos cerrados, podemos cerrar las calles, pero al final nuestro objetivo es que eso que criticamos ya no exista. Pues muy bien, pero entonces esperamos que cuando eso ya no exista, ellos tampoco estén. Sus medios nos hacen pensar en que no tienen fines. Su cerrazón e intolerancia, su negación y su constante actitud de víctimas, su estar en todas las marchas para no estar en ningún lugar concreto, solamente sirven para que nada cambie.
El “sistema” es producto de una concepción del ser humano, con lo que se quiere decir que la técnica, la política y la economía responden a dicha concepción. Ninguna de ellas es neutra, y con ello podemos agregar algo a lo dicho anteriormente: la técnica gubernamental basa su funcionamiento en el egoísmo y por consecuencia en la satisfacción de bienes materiales mediante el dinero. Y esa especie de sacralización del dinero y de la acumulación material ha invadido nuestra educación y nuestras relaciones humanas.
La explicación de la realidad basada únicamente en el estudio de las relaciones económicas, y que ve el capitalismo como enemigo a vencer hoy en día, pasa por alto, que muchos de los problemas tienen su raíz en sentimientos del ser humano que exceden por mucho esas explicaciones. Ernesto Sábato cuenta en una entrevista que: “Marx le escribió una carta a un amigo en la que se mostraba perplejo porque las obras de Sófocles siguieron emocionándonos a pesar de que las estructuras sociales y económicas de su época fueran tan diferentes a las de ahora.”
Y aquí cabe hacer una precisión: si bien el “sistema” responde a lo que hagan las personas y no las cosas, una actitud política que sólo vea el cambio humano es insuficiente, porque de esa forma aparecen figuras como la “ética empresarial” o el “liderazgo social”, las cuales surgen dentro de las relaciones sociales existentes, para mantenerlas, de una forma más sútil, pero sin modificarlas sustancialmente. Ahora se exige el compañerismo empresarial, entre los trabajadores de una empresa, y que exista una comunidad de valores, todo esto mientras se ganan los mismos míseros salarios y todo se mantiene en su lugar. Situación similar ocurre con el gobierno, ya que cambiar unos por otros que realicen las mismas funciones, no es una apuesta de cambio.
La construcción de una nueva sociedad no es algo que se agote en un tiempo determinado, no es una cuestión numérica: 1810, 1910, 2010, es una actitud constante y quizá interminable, en la que se asume que se debe transformar la cotidianeidad. No esperar a que llegue la eclosión social que nos cambiará todos.
Me veo imposibilitado a dar una respuesta a lo que podría ser una nueva forma de gobierno o de instituciones, pero hay algunos puntos de partida.
Debemos crear formas políticas de solidaridad que sirvan para que el derecho a vivir en un lugar se convierta en el deber de construirlo en algo mejor. Sólo aquellos que viven y que comparten un sitio en común saben que es lo que está mal y como solucionarlo. Este reconocimiento debe significar a su vez, el planteamiento de que la política no es asunto de especialistas, que la democracia no se da por hecho, que es algo que se tiene la responsabilidad de crear, y que los políticos que son necesarios son todas las personas de una comunidad que aceptan sus deberes y que no los ven como una carga sino como una posibilidad de dignidad.
Se deben crear formas económicas solidarias y basadas en la cooperación colectiva. La transformación se da en ese proceso conjunto en el que uno se acepta como una tarea inacabada y en la que además crece en el trabajo colectivo. El trabajo colectivo cambia a las personas, conocer al otro, reconocerse como parte de un todo (no buscando estar por encima, no buscando ocupar el trono de la historia) abre perspectivas y nos hace entendernos mejor y entender lo que nos rodea.
Lo que hoy sabemos es que no es necesario complejizar la vida política, no es necesario pensar en los planes marxistas y su método, en la izquierda tradicional y su método. Si de lo que se trata es reconstruir los espacios en común, podemos darnos cuenta que las aspiraciones siempre son menos complejas que lo que las ideologías quieren hacer ver y que esas aspiraciones no surgen de planes elaboradísimos, sino que se forman a partir de las necesidades que se tienen en cada espacio.
Esto tiene que ver con lo que se dijo al inicio sobre el manicomio. Hemos sido objeto, de las teorías, de las concepciones de la realidad del mundo occidental y nos hemos dejado guiar por ellas. Ya hemos dicho que lo buscaban era universal y era justo, y por ello tuvieron cabida en nuestro continente. No podemos negar que nos han formado. Lo que también es cierto es que esas formas de entender la realidad tuvieron un proceso en el lugar en donde nacieron, algo que les dio origen y que les dio un fin. Y que nosotros las tomamos, sin origen y sin fin.
Si creemos necesario salir del manicomio y crear identidad y nuevas formas de relacionarnos, es algo que no surgirá únicamente de nuestro pasado indígena, ni de la ventana hacia el progreso material. Se va crear a partir del diálogo y de una actititud hacia el presente. Saber qué hay de contingente y de histórico en nosotros, y qué es lo que nos hace ser lo que somos.
Alejandro Velázquez Zúñiga
1
Michel Foucault, ¿Qué es la ilustración? en: http://www.catedras.fsoc.uba.ar/mari/Archivos/HTML/Foucault_ilustracion.htm#_ftn2
Michel Foucault, ¿Qué es la ilustración? en: http://www.catedras.fsoc.uba.ar/mari/Archivos/HTML/Foucault_ilustracion.htm#_ftn2
2.
La pasión a los 80, entrevista a Ernesto Sabato, por Alejandra Dalia en Revista CARAS, 30 de septiembre de 1991, en: http://www.letras.s5.com/sabato101203.htm
La pasión a los 80, entrevista a Ernesto Sabato, por Alejandra Dalia en Revista CARAS, 30 de septiembre de 1991, en: http://www.letras.s5.com/sabato101203.htm