15 estados de la República han cambiado su "constitución local" para determinar que la vida se protege desde la concepción, después de que en el Distrito Federal fueron aprobadas las leyes que despenalizaban la práctica abortiva.
La iglesia católica se ha mostrado muy cercana a esta postura. El Papa Benedicto XVI aprovechó la manifestación multitudinaria que hubo en España en contra del aborto el pasado 17 de octubre para pedir a los 27 gobiernos de la Unión Europea que defiendan “la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural”.
El punto central del debate ha sido la definición del momento de inicio de la vida. En saber si la célula producto de la fecundación del óvulo por el espermatozoide, es decir, el cigoto, puede ser considerado ya como un ser humano, o si ocurre en una etapa posterior,como se menciona en la columna a la que enlazamos.
Tal vez el debate se este enfocando en cuestiones superficiales. El argumento de la iglesia católica de defender la vida desde la concepción, se basa en el respeto a la vida humana desde que se encuentra en potencia de asumir las características físicas inherentes a una persona que ha salido del vientre materno. Es decir, una vez fecundado el óvulo está mucho más cercano a desarrollarse y crecer; una potencia próxima. Quizá este principio sirva para asumir otro tipo de responsabilidades. En tanto principio de conducta, puede ser de guía para evitar una postura cómoda ante las relaciones sexuales: sin protección, sin asumir responsabilidades futuras. Si abortar no tiene ningún significado se puede caer en la facilidad y el simplismo. El problema es que el aborto se vuelva una situación cómoda para quienes tienen la posibilidad de decidir si tienen o no un hijo. El debate central debería ser en el principio y no el desarrollo físico.
Lo cierto es también que el estado en tanto forma de organización para el bien de la sociedad no ofrece los mecanismos para asegurar una vida digna a un hijo no deseado. Por ello el estado no debe prohibir esta práctica, pero a la par se debe trabajar en la responsabilidad individual de la que se habló en el párrafo anterior.
El estado debe asegurar los mecanismos para que una sociedad se encuentre sana, y no es sano que existan tantas mujeres muertes por abortos ilegales o mal realizados o que nazcan niños sin ninguna posibilidad de una vida digna. Mientras nuestros prácticas estén basadas en la violencia: violaciones o prostitución y en la falta de educación sexual, las consecuencias de prohibir la interrupción del embarazo pueden ser peores.
Enlace:Lo cierto es también que el estado en tanto forma de organización para el bien de la sociedad no ofrece los mecanismos para asegurar una vida digna a un hijo no deseado. Por ello el estado no debe prohibir esta práctica, pero a la par se debe trabajar en la responsabilidad individual de la que se habló en el párrafo anterior.
El estado debe asegurar los mecanismos para que una sociedad se encuentre sana, y no es sano que existan tantas mujeres muertes por abortos ilegales o mal realizados o que nazcan niños sin ninguna posibilidad de una vida digna. Mientras nuestros prácticas estén basadas en la violencia: violaciones o prostitución y en la falta de educación sexual, las consecuencias de prohibir la interrupción del embarazo pueden ser peores.
[] Noticia: La religión y las cuestiones estatales.
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