El día de hoy, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), encabezada por Dionisio Pérez-Jácome, emitió un comunicado en el que asegura que rescatarán la banda de 2.5 ghz de manos de MVS.
¿En
qué consiste la banda de 2.5 ghz?
Dicha
banda es un espectro de comunicación por la cual, desde la década
de los años 80, es posible ofrecer servicios de televisión de paga.
Sin embargo, en
el año 2007, la Unión Internacional de Telecomunicaciones
determinó que la banda 2.5 GHz debía ser utilizada para ofrecer
servicios de móviles de 4G .
MVS
en este caso, según lo dicho por el comunicado de la SCT, cuenta con
42 concesiones vigentes en esa banda, las cuales no utiliza desde
hace más de una década. El comunicado dice lo siguiente:
En México tenemos 11 operadores con 68 concesiones vigentes en la Banda de 2.5 GHz, que van desde operadores con una concesión, hasta MVS Comunicaciones, con 42 concesiones vigentes. Más allá de la disparidad en cantidad de MHz concesionados y del número de concesiones que cada operador tiene, lo cierto es que la Banda está considerablemente subutilizada. Para dar una idea de la dimensión de esta subutilización, me permitiré usar un símil: la Banda de 2.5 GHz es como una autopista de alta especificaciones, de la que en México estamos utilizando apenas el acotamiento
El conflicto y los intereses.
La concesión otorgada a MVS desde los
años ochenta y el litigio que ha mantenido con el gobierno federal,
han impedido que se utilice esta vía para la comunicación de datos.
MVS ha propuesto en diversas ocasiones para el uso de esa banda,
pero no las ha realizado debido a que no hay una renovación de la
concesión para el uso de los 2.5 ghz. Y no existe la renovación
porque hay una diferencia entre la SCT y MVS respecto al precio que
se debe pagar.
La empresa MVS sostiene que un precio justo es del 40 por ciento de ese monto. Dice que ese tramo del espectro radioeléctrico vale 4 centavos de dólar que ascenderían, según esos parámetros y de acuerdo con nuestras cuentas, a 11 mil 149 millones de pesos.
Entre las pretensiones que según se dice tiene la Secretaría de Hacienda y el precio propuesto por MVS hay una diferencia de más de 16 mil 700 millones de pesos.
Es por ello que MVS ha interpuesto
diversos medios de defensa, consistentes principalmente en juicios de
amparo. El año pasado se habló de que MVS
tiene más de 120 amparos para quedarse con la concesión que obtuvo
a fines de la década de los 80.
Pero el gobierno federal no es su
principal obstáculo. En este asunto, por supuesto, Televisa tiene intereses de por medio:
En medio de ese berenjenal ha sido notorio el afán de Televisa para dificultar el proyecto de MVS en la banda de 2.5. La alianza que Televisa se ha propuesto entablar con Televisión Azteca para manejar la telefónica Iusacell se propone, precisamente, ofrecer servicios inalámbricos de banda ancha. Así que Televisa, al obstaculizar a MVS, pretende deshacerse de un inminente competidor en el negocio de la telefonía de nueva generación.
Habrá que ver de qué forma es tratada
esta información, por ejemplo, en el noticiero de Carmen Aristegui
que se transmite por MVS Radio, o en los noticieros de la empresa de
Ázcarraga. Este asunto es importante ya que será difícil para los
comunicadores desligarse por completo de los intereses de las
empresas para las que trabajan. Para los receptores de la información
como nosotros, es importante conocer de dónde vienen los mensajes y
la información que se ofrece. Cómo se menciona en esta columna de Mario Campos:
Por ejemplo, siempre resulta útil preguntarse quién es el dueño o la dueña del medio que estoy revisando. Una pregunta elemental que implica conocer la agenda de intereses que de forma natural podría estar incidiendo en el producto informativo que estoy recibiendo. Lo curioso es que ese dato tan elemental no forma parte de la cultura mediática… Desconocemos, por ejemplo, cómo se seleccionan – de todos los hechos del día – aquellos materiales que terminan convertidos en noticias, somos ajenos a los criterios periodísticos y extraperiodísticos que determinan los contenidos, y no sabemos cómo se jerarquizan las notas, cómo se puede editorializar sin usar palabras con solo ordenar de cierta forma la información o quién es quién en el mundo de los medios. Por eso es que nuestro consumo es a medias y por lo general pasivo, incluso en aquellos interesados en ser más críticos con los insumos que reciben para su toma de decisiones.