Hace algunas semanas, con motivo de la entrega de los Globos de Oro, hacíamos referencia en este mismo espacio a Los Descendientes, cinta dirigida por Alexander Payne y protagonizada por George Clooney. En ella se cuenta la historia de Matthew King, un abogado y padre de familia abrumado por las tribulaciones de la vida. Todo comienza cuando su esposa sufre un terrible accidente y queda en coma, situación que lo obliga a estrechar su relación, hasta entonces distante, con sus dos hijas a quienes no acaba de comprender. Por otro lado, Matt es el administrador del fideicomiso de la herencia familiar, un enorme terreno que representa el último reducto de tierra virgen en el archipiélago hawaiano. El fideicomiso está a punto de vencer, por lo que la familia ha decidido vender y Matt se ve enfrentado al dilema que representa decidir qué oferta aceptar, en medio de la presión que ejercen no sólo la familia misma, sino los medios y la población de la isla. Cuando parece que nada puede ir peor, Matthew se entera de otra terrible noticia: su esposa, que agoniza en el hospital, le era infiel. Decía por entonces que no entendía cómo de una premisa así podía resultar una gran película, y aunque debo reconocer que es mejor de lo que me esperaba no termina de convencerme.
La historia tiene lugar en Hawaii, que para casi todos representa un lugar paradisiaco de descanso y diversión, pero que también es escenario de la vida cotidiana de muchas personas que se enfrentan a situaciones que pueden ser tan duras como las de cualquiera. Digamos que es esa la premisa que le da el tono a toda la película, un constante “infierno en el paraíso” que si bien coloca la historia en una dimensión muy humana, la puede hacer por momentos un poquito odiosa. ¿Por qué? Porque la intención de poner las cosas en ese tenor es muy explícita, tanto que se plantea en el filme más o menos con las mismas palabras. No obstante, desde luego que no todo es amargura y, a pesar de los problemas, siempre hay situaciones que tienen un dejo de comedia con sabor agridulce que se intentan explotar en varios momentos a lo largo de la historia, muy al estilo de Up in the air del director Jason Reitman –curiosamente estelarizada también por George Clooney– pero no con tanto éxito en mi opinión. En general me parece que el ritmo de la cinta puede llegar a ser agradable aunque bastante pausado, a lo que contribuye indudablemente una banda sonora repleta de canciones tradicionales hawaianas. Sin embargo creo que el problema principal está en el hecho de que en ningún momento se siente un cambio de ritmo, algo que impacte profundamente al espectador, o de menos que lo sacuda un poco. Para ponerlo en otros términos, imaginemos a un boxeador con una técnica muy depurada –porque eso sí, la película está muy bien filmada– pero sin ese “punch” tan necesario.
Rápidamente, me parece importante comentar la tan aclamada actuación de George Clooney. Es cierto, el tipo es verdaderamente un genio y su interpretación es muy digna de aplaudirse, sin embargo volví a notar una situación curiosa: la comedia no le sienta muy bien que digamos. Ya lo había pensado desde su aparición en Quémese después de leerse, película en la que francamente se nota sobreactuado en varias escenas. Por entonces se me ocurría que esa situación tenía que ver precisamente con el tono de aquella cinta, que oscila entre la comedia y la farsa, pero en Los Descendientes hay destellos momentáneos de la misma situación, precisamente en los momentos en los que emerge la comedia y en los que no termino de creerle.
Los Descendientes ha sido aclamada por la crítica y, aunque no me parece una mala película, difiero ciertamente de aquéllos que la califican de cercana a la perfección, extraordinaria o cosas por el estilo; de hecho en un segundo se me ocurren al menos tres filmes superiores en este año y eso que aun faltan buenos estrenos. Con todo, aunque no como favorita, se perfila como una de las candidatas más fuertes al Oscar; cosas de Hollywood. Como siempre, ustedes tienen la mejor opinión.
Y que opinas del artista?