“Melissa Vargas, directora del Instituto de la Juventud del Estado de México (Injudem), informó que el estudio fue realizado por el organismo en colaboración con la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM), y permitió develar la problemática real que se encuentra detrás del fenómeno de los “ninis mexiquenses”, quienes en su enorme mayoría se encuentran en esa situación por decisión personal y no por falta de oportunidades.
“Este estudio va a arrojar muchas luces, va a quitar el estereotipo de los jóvenes que ni estudian ni trabajan, en donde decimos que tiene que ver con falta de oportunidades, pero no necesariamente”, indicó […] se estableció también que en la problemática han abonado esquemas sociales diversos, como padres permisivos y poco exigentes, que en lugar de alentar a sus hijos a salir a buscar una actividad productiva, toleran que pasen horas frente al televisor o colgados en Internet. ”
Entonces, ante el “mito” que los ninis son producto de la falta de oportunidades, el INJUDEM va a presentar una investigación donde se demuestra que en su “enorme mayoría”, los ninis tienen ese estado por decisión personal.
Lo primero que podríamos preguntarnos, es qué es más grave, que un joven no encuentre oportunidades, o que ni siquiera le interese salir de la casa a buscar oportunidades (que por lo demás, no existen). Y en segundo lugar, y sin soslayar el papel de los padres, ¿el gobierno en verdad no tendría responsabilidad alguna en esta generación de ninis “por decisión personal”?
Piénsese en estas hordas de adolescentes apáticos: no saben qué hacer con su vida, porque todo lo que les rodea se ve totalmente vacío: ¿para qué interesarse en la política? Pura corrupción. ¿Para qué interesarse en la escuela? Se educa bajo ideales de “tener dinero”, “ser líder”, “competir”, “poseer cosas”, y la verdad, esos ideales se pueden realizar mejor en una “carrera” en el crimen organizado que con una preparatoria o licenciatura…. ¿Para qué interesarse en los demás? Si todos “jalan” por su lado; “cada quién que se rasque con sus propias uñas”. Hay en estas formas de pensar una gran responsabilidad del gobierno; es un sistema individualista, y fragmenta los intereses ciudadanos, porque no conviene la coordinación entre ellos.
Pero también hay responsabilidad gubernamental en esos “padres permisivos y poco exigentes que […] toleran que pasen horas (sus hijos) frente al televisor o colgados en Internet”. Hay responsabilidad del gobierno, porque, ¿cuántos de esos “padre permisivos”, prefieren que sus hijos estén dentro de casa, a que salgan a la calle y se expongan al hermoso ambiente de seguridad y escasa delincuencia que existe en México? ¿Cuántos de esos “padres permisivos” ni siquiera saben lo que sus hijos hacen porque trabajas largas horas laborales, sin ninguna protección o defensa de su tiempo familiar, todo en aras de mayor “productividad” y demás inhumanidades de la cultura empresarial?
El hombre o mujer que por “decisión propia” ni estudia ni trabaja, y emplea su tiempo en dormir, en vicios, o en lo que sea, quizá sea producto de una pobre educación familiar; pero cuando esto es generacional, no podemos quedarnos en el nivel familiar, en acusar a su “permisividad y falta de atención”; es obvio aquí que las propias familias están debilitadas por la situación nacional. Y si este estudio pretende quitar responsabilidad al gobierno, es una tomada de pelo.