El domingo 24 de 2011, en el periódico la Jornada, se transcribe una conversación grabada entre el sacerdote José Mario Álvarez Dávalos, y un joven (cuyo pseudónimo es Isidro) del que abusó.
“De tez blanca y ojos aquamarina, Isidro –nombre ficticio para preservar su identidad– trata de recordar paso a paso la historia que rompió su niñez hace una década”. Si pasamos por alto la ignorancia o el amarillismo de Alma E. Muñoz (quien redacta la nota), de calificar como “niño” a alguien de 14 años (edad a la que Isidro comenzó a ser abusado), tenemos que el entonces diácono de 28 años J. M. Álvarez Dávalos, utilizó su posición para “conquistar” a Isidro, y dicho acto no deja de convertir en un ridículo sainete las altas causas que, hasta la fecha, dice representar.
El ahora sacerdote le reconoce a Isidro haberse equivocado los años “que hayan sido, si eso merece una disculpa contigo, si la aceptas bueno, si no pues no”. Después dice que le causó daño “posiblemente”, y ante el exhorto de Isidro para que deje el sacerdocio, “No, fíjate que no”. ¿Por qué con niños? Le inquiere Isidro. “Pues ni modo que con niñas”.
Después Isidro llama la vivencia que tuvo con J.M. Álvarez “abuso”, y el sacerdote se da el lujo de hacerle una precisión lexicológica: “[…] yo le llamaría equivocación”. “Yo vivo mi sacerdocio muy feliz”, dice el presbítero, y cuando Isidro le reprocha (tras recordarle que tuvieron relaciones una noche antes de su ordenación) que “nadie me asegura que no vas a abusar de nadie más, ni tú mismo”, Contesta J.M. Álvarez “claro, porque yo soy humano, pero espero no cometer otra torpeza”.
Lo anterior demuestra la profunda perversidad con la que estos sujetos manejan las nociones de “perdón y arrepentimiento”. Aquí tenemos la soberbia de estar “impoluto”, “libre de pecado”, por haber alcanzado el arrepentimiento, y no necesitar nada más. Claro, el presbítero se dice perdonado por Dios; qué más le importa ser perdonado por su víctima.
Renovar la confianza en la jerarquía eclesial pasa por aplicar con total firmeza lo que en la doctrina ya se tiene: el arrepentimiento implica enmendar los errores. Implica abandonar la secrecía, “los entendidos”, y actuar a la luz pública. Hay que buscar con humildad y perseverancia el perdón de las víctimas, y satisfacer sus justos reclamos; el abusador puede cambiar, y quizá ya no cometer “torpezas”, pero, ¿por qué favorecerlo, en perjuicio de posibles futuras víctimas? Lo que conviene pues es alejar a los abusadores del trabajo con los fieles, y no, como se hace con contumaz cinismo, cambiarlo de parroquia y arriesgar a más gente.
En la imagen: el presbítero José Mario Álvarez Dávalos, de la diócesis de Guadalajara, Jalisco.
Enlace:
[] Noticia: Rompe el silencio una víctima de pederastia.
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Yo creo que esta es una Gran CALUMNIA, espero que Dios le de la fuerza necesaria al Pbro. José Mario Alvarez para superar esta gran mentira.
El Sol
nel no cierto pues claro que sì lo violo a wuevo yo vi
es una gran calumnia pues el demonio trabaja para que los sacerdotes como el, que son muy respetados por la grey es en los que tratan de derrumbar la fe de los catolicos.
Estos buitres carroñeros, mal llamados sacerdotes, se sienten que son impunes porque saben que la nefasta iglesia catolica no los va entregar a la justicia, porque prefiere solapar a bribones abusadores como este que cargar con el desprestigio. Ojalá que algún el pueblo de México abra los ojos y dejen de ser explotados por estos grandísimos pillos que ni ellos mismos se creen ser los representantes de "Dios" en la tierra, si lo fueran lo primero que harían sería tener vergüenza y donar sus posesiones a los pobres, casarse, tener hijos y ponerse a trabajar como toda la gente que tiene que ganarse el pan "con el sudor de su frente". ¡Bola de mantenidos, pedófilos, beodos!
te ha de haber violado un cura y te dejò el fundillo floreado por eso dices esas babosadas
Yo nomas tengo 3 palabras para toda la pinche bola de gente chismosa."arriba las chivas". Y chingue su madre el que comente algo para tras.......
todo esto es una gran mentira, muchas de las beses buscan cualquier pretexto para terminar
con los sacerdotes porque prefieren estar viviendo en las tinieblas.