El reputado líder moral del PRD, Cuauhtémoc Cárdenas, acaba de señalar que López Obrador debería dedicarse a salvar al PRD, antes que a su proyecto de nación.
Y parece ser que tan deseoso está Cárdenas de que López Obrador ceda el paso a Marcelo Ebrard, que no le importaría que el tabasqueño decidiera de un dedazo quién sería el candidato al Estado de México; el demócrata Cárdenas propone que Obrador lidere una banda de incoherentes acomodaticios llamada PRD, en vez de que genere nuevos espacios políticos.
Bueno y a todo esto, ¿por qué se escucha a Cárdenas? ¿Qué izquierda no se diga combativa, sino efectiva, representa él?
Dice el diccionario de la Real Academia Española, que el adjetivo “moral” (el cual usa este líder) se refiere a lo: 1. Perteneciente o relativo a las acciones o caracteres de las personas, desde el punto de vista de la bondad o malicia. 2. Que no pertenece al campo de los sentidos, por ser de la apreciación del entendimiento o de la conciencia. 3. Que no concierne al orden jurídico, sino al fuero interno o al respeto humano. En ese sentido, el líder moral es aquel que es bondadoso, o que no pertenece a la realidad sino a la idealidad, o que no se basa en una institución existente, sino en la percepción de los demás.
En cualquier caso hablamos de alguien cuya posición no se da por medio de canales oficiales reconocidos, sino por la subjetividad de la gente (Pero, ¿quiénes? ¿Quiénes han meditado ese título? ¿Los mismos que repiten de forma mecánica que López Dóriga es “el teacher”?) . Aquí resalta que un “líder moral”, por ejemplo, se haya manifestado en la misma sesión de preguntas donde planteó que López Obrador se hiciera cargo del PRD, en contra del acto de “pedir licencia” del PRD, por no existir dicha figura.
Por supuesto que una licencia es para separarse momentáneamente de un cargo, y López Obrador no tiene cargo. Pero como insigne personaje de la idealidad, y no de la realidad, Cárdenas debería comprender mejor el simbolismo de la artimaña lopezobradorista. Aquí es Cárdenas el que juega desde una posición etérea, a mover factores reales en el país.
El comentario en general no va a ningún lado: como la propuesta de Cárdenas, como el poder de Cárdenas, comentado por todos como moral, pero sin una posición específica. Pero no deja de ser incómoda la directriz “moral”, sin trabajo (actual) de base, sustentado sólo en su persona, y enfrentada a la actitud diligente y en profundo contacto con la población de López Obrador.
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