Difícilmente puede decirse que el estado mexicano hace que las leyes se cumplan. México más bien sufre, uno a uno, los embates de todos aquellos que violan sus normas, y ocasionalmente alguno se descuida y es atrapado por la maraña legaloide que le provocará al infractor, al menos, gastar en un abogado para librarse. México hace tiempo que perdió capacidad de enfrentar a la gente poderosa, a la gente con dinero o "bien relacionada"; se limíta a sufrirlos, a perdonarlos, a gastar millones y crear burocracias que se dedican a hacer expedientes y averiguaciones previas enormes cuyo destino es el basurero. Aplicar la ley es un capricho en México, un privilegio, una suerte; aquí lo común es que todos se "salgan con la suya". De hecho, lo anterior sucede tan a menudo, que ya perdió todo mérito el haber actuado con astucia y evitar ser atrapado. Y si a uno sí lo atrapan, de seguro fue por tarugo. Todo, antes de pensar que el estado mexicano impone majestuosamente sus leyes para preservar a la sociedad. No. El nuestro es un estado chiquito que no apantalla a nadie.
Y no hablemos de que el gobierno mexicano logre poner en orden a la delincuencia organizada; el gobierno no puede controlar ni las más marginales actividades. Todo se le va de las manos, todos sufren injusticias sin poder acuidr a alguna instancia útil. Es el caso reciente del boxeador Alejandro Martínez, el cual se encuentra en estado vegetativo, y él y su familia han de sufrir los embates y argucias de los promotores ambiciosos. El padre del boxeador es elocuente: "No le voy a echar la culpa al boxeo. Lo que camina mal son las promotoras, las leyes".
Y no hablemos de que el gobierno mexicano logre poner en orden a la delincuencia organizada; el gobierno no puede controlar ni las más marginales actividades. Todo se le va de las manos, todos sufren injusticias sin poder acuidr a alguna instancia útil. Es el caso reciente del boxeador Alejandro Martínez, el cual se encuentra en estado vegetativo, y él y su familia han de sufrir los embates y argucias de los promotores ambiciosos. El padre del boxeador es elocuente: "No le voy a echar la culpa al boxeo. Lo que camina mal son las promotoras, las leyes".
[] Noticia: Víctima de los promotores
Imagen: Alejandro Martínez