En memoria de Matteo Dean.

Hace unos cuantos días murió el periodista  Matteo Dean en un accidente vial. Creemos que la muerte es el olvido y por ello Borges decía que podemos creer en la inmortalidad.  En cada palabra, en cada acto que realizamos, sin darnos cuenta, estamos recordando a alguien más: "Cada vez que repetimos un verso de Dante o de Shakespeare, somos, de algún modo, aquel instante en que Shakespeare o Dante crearon ese verso...Cada uno de nosotros es de algún modo todos los hombres que han muerto antes."

Así pues, en la memoria de los migrantes y de todos aquellos que defienden sus derechos quedarán sus escritos que ocuparon gran parte de su labor periodística. La situación de los trabajadores tampoco le fue ajena. Pero Matteo durante muchos años llevó a cabo otra labor, menos especulativa  y mucho más política. Él creía que la democracia no era algo que se daba por hecho, por medio de una ley o de instituciones legales, sino que más bien la democracia era una responsabilidad, una obligación, que debía ser compartida y que debía comenzar a construirse en espacios pequeños, en colonias ,en barrios, que lo que hacía falta era construir comunidades con o sin el apoyo de las instituciones. El inicio de esa idea y del colectivo que la llevó a cabo en las calles de Ampliación Tepepan puede ser leída aquí, en el documento que dio origen a un movimiento que sigue hasta estos días.

La idea entonces, la de forzar a construir la democracia, a ser solidarios, ser dignos, a tender la mano, a escuchar, a confiar en el otro,  dio origen a muchos espacios comunitarios, desayunos, proyecciones  de cine, una escuela comunitaria, asambleas, un periódico, todo ello obtenido con recursos surgidos de la cooperación comunitaria. Las mismas personas de la colonia se daban las herramientas para construir sus espacios.  Durante varios años, él y más personas todos los sábados compartimos tiempo  y pláticas en la escuela comunitaria, prepáramos el proyector para la película por la noche, y los jueves, cargamos sillas y mesas para el desayuno.

Es mucho lo que puede lograr una idea. Una idea que  no fue suya únicamente, nadie puede reclamar una idea como enteramente suya, pero sabemos que contó con la fuerza suficiente en sus palabras y en sus actos para llevarla a cabo y que aun continúe.

Él fue una de esas pocas personas que cuentan con lo que los griegos llamaban parresia, el coraje de decir la verdad. Pensaba que "la solidaridad debe ser sincera y digna. Sincera cuando dice las cosas, cuando expresa dudas y certezas, cuando opina y cuando escucha. Y digna todas las veces que afirma y defiende su afirmación. Sin miedo porque nadie es estúpido. Sin temores porque ninguna idea es vacía, al contrario, todo puede enriquecer, absolutamente todo. Es necesario creerlo, nada más."

Días antes de su fallecimiento realizábamos los preparativos para un evento, un foro público, en las calles de Ampliación Tepepan. Esperamos que el mismo  sea también un digno homenaje   y que estas sencillas palabras sirvan como un afectuoso recuerdo de su persona.

Descanse en paz.