
El día de ayer Rafael Acosta "Juanito" encabezó la ceremonia prehispánica del Fuego Nuevo, en Iztapalapa, donde negó haber pedido renuncia o licencia, para luego aceptarlo al día siguiente.
"Crucificadle", gritaba la gente mientras Juanito se dirigía a perpetuar la otrora solemne ceremonia del fuego nuevo; el pusilánime delegado no atinaba a ver, entre los huevos que el pueblo le arrojaba, que sólo con su expiación habría de redimir a su pueblo.
La nimiedad de su sacrificio propiciatorio, empero, quedaba muy chica para cualquier ociosa mística de la dignidad, inteligencia o cordura; la pequeñez del delegado, presupuesto para el marco de su inmolación, se conformaba con el ascenso al Cerro de la Estrella, en un sincrético espectáculo mexica-cristiano.
"Crucificadle", gritaba la gente mientras Juanito se dirigía a perpetuar la otrora solemne ceremonia del fuego nuevo; el pusilánime delegado no atinaba a ver, entre los huevos que el pueblo le arrojaba, que sólo con su expiación habría de redimir a su pueblo.
La nimiedad de su sacrificio propiciatorio, empero, quedaba muy chica para cualquier ociosa mística de la dignidad, inteligencia o cordura; la pequeñez del delegado, presupuesto para el marco de su inmolación, se conformaba con el ascenso al Cerro de la Estrella, en un sincrético espectáculo mexica-cristiano.
Alfonso Galván Robles
Enlace: No pedí licencia, ni renuncié: "Juanito"
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